Paysandú, Jueves 02 de Abril de 2009
Opinion | 01 Abr A escasos días de iniciarse en Londres la reunión del Grupo G-20, que tiene prácticamente como agenda exclusiva acordar alguna línea de acción más o menos efectiva para hacer frente a la crisis mundial, tuvo lugar en Viña del Mar, Chile, la “cumbre de gobiernos progresistas”, en la que líderes de izquierda analizaron por su lado eventuales formas para ayudar al capitalismo a salir de este problema que amenaza con serias repercusiones de carácter social en prácticamente todos los países, y por supuesto, con mayor gravedad en los del tercer mundo.
Según el presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” Da Silva, el planeta está pagando las consecuencias de quienes convirtieron la economía mundial en un “gran casino”, pero estos conceptos no fueron recogidos específicamente en la declaración difundida al término de este cónclave en el que tomaron parte mandatarios de la nación anfitriona, Argentina, Uruguay, Brasil, España, Noruega, Estados Unidos y Gran Bretaña.
En cambio, señalaron que discutieron la necesidad de “poner a la gente primero para evitar que la recesión económica se transforme en una recesión social”, que es precisamente el punto crucial en una problemática que, de acuerdo a los antecedentes, repercute en una pérdida de la cantidad y calidad de los empleos y consecuentemente en la calidad de vida de amplios sectores de la población, dependiendo de la situación de cada país.
Y como bien dijera un inmigrante uruguayo en España, cuando en Europa hablan de crisis “no saben lo que son las verdaderas crisis, como ocurre en América Latina”, en una reflexión por supuesto compartible, desde que se parte de puntos distintos en cuanto a calidad de vida, nivel de ingresos y posibilidades de recuperación en determinado plazo.
“Lula”, quien en estos días, sobre todo en este foro, parece haber recogido el desafío de erigirse en un líder regional --por lo menos en la retórica-- redobló la apuesta y envió un mensaje directo al G-20 al señalar que “no podemos dejar de discutir una solución para los mercados futuros”.
“Si no, vamos a volver a la crisis del petróleo y de los commodities agrícolas en las bolsas de futuro de todo el mundo”, además de convocar a “ser realistas en un momento que no tiene precedentes”.
En esta oportunidad el mandatario puso el dedo en la llaga, cuando instó a no recrear burbujas como la que estalló y nos ha dejado inmersos en esta crisis, porque precisamente la especulación en los mercados ha sido el gran factor que ha insertado expectativas e inflado precios que luego se derrumbaron, hasta llegar a la incertidumbre y relatividad de hoy, en los que la especulación también tiene su influencia, pero esta vez en el sentido inverso y el componente de expectativas hace que las malas noticias tengan un efecto de bola de nieve contrario al que se venía dando.
Se requiere por lo tanto en el G-20 “pasar en limpio” y sincerar la economía, apostando a generar condiciones que permitan minimizar la especulación en las transacciones, lo que es mucho más fácil de decir que de hacer, desde que es un conflicto de intereses en el que cada uno trata de llevarse la mayor tajada o de minimizar sus pérdidas y trasladárselas a otros, en un ir y venir de valores en el que ha quedado aventada toda certeza y la posibilidad de diferenciar el líquido de la espuma.
Una cosa sí es segura: nada puede ser peor que reflotar prácticas proteccionistas, como se está insinuando en varios países, y no solo de nuestra región, porque con el criterio del “sálvese quien pueda” solo se logrará ahondar la depresión y afectar seriamente la calidad de vida, sobre todo de naciones que como Uruguay dependen de las exportaciones para insuflar dinero a su economía.
Es decir que ante la recesión y los problemas financieros, la receta es la apertura al comercio antes que encerrarse, pese a la tentación instintiva de cerrar fronteras a lo que venga del exterior para defender la producción y las fuentes de trabajo.
Y seguramente en este aspecto harán hincapié los integrantes del G-20, para lo que sin duda será necesario inyectar fondos adicionales a efectos de relanzar el crédito y posibilitar que se financie la corriente comercial.
Entre otras medidas eso permitiría evitar que toquemos fondo y podamos salir lo antes posible de la crisis, en la que perdemos todos.
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