Paysandú, Domingo 05 de Abril de 2009

Los datos que confirman lo que se pretendió ignorar

Opinion | 02 Abr De acuerdo al Indice Líder (ILC) del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), en enero --último mes disponible-- se registró una caída generalizada del índice de actividad, afectando al cien por ciento de las variables que integran el índice. En el primer mes del año la caída fue del 2,3% respecto a diciembre y se trata del mayor descenso de actividad en los últimos cuatro meses.
Esta es la primera vez en siete años, es decir desde la crisis de 2002, que todas las variables que componen el ILC evolucionan de forma desfavorable, lo que según el Ceres “constituye una señal de debilidad adicional de la economía” y por lo tanto una alerta que no deben pasar por alto los conductores de la economía nacional.
Claro, una cosa es señalar lo que está ocurriendo y cómo se vienen precipitando los hechos, como consecuencia directa de la crisis financiera mundial y sobre todo el cierre de mercados para nuestros productos de exportación, y otra cosa estar en condiciones de hacer algo al respecto, cuando el margen de maniobra está muy acotado por el entorno internacional, pero sobre todo porque el propio gobierno se encerró por su empecinamiento en negar la realidad.
El análisis del Ceres se refiere, por supuesto, a hechos consumados, pero que no constituyen una sorpresa para nadie, y este es precisamente el punto. Según el centro de estudios, “de mantenerse las relaciones históricas del ILC con el Producto Bruto Interno, la economía entraría en recesión a partir del primer o segundo trimestre de 2009”.
Y pese a que el ministro de Economía y Finanzas, contador Alvaro García, relativizó estos datos por considerar que “el turismo fue importante” y podría determinar alguna modificación significativa en el PBI, esta precisión parece más un vano intento de maquillar la realidad y salvar las apariencias que un dato valedero que permita percibir desde otra óptica la evolución de los acontecimientos.
Que además no se dan solo en Uruguay, sino que se están registrando en cascada desde hace ya varios meses, aunque lamentablemente en nuestro país el gobierno ha hecho gárgaras de “blindajes” financieros tan suficientes que la crisis apenas nos iba a rozar, como manifestaba el ex ministro de Economía y Finanzas Danilo Astori, para luego ir corrigiendo esta apreciación, reconocer luego que en algo nos iba a afectar y finalmente considerar que todavía no es posible precisar en qué grado seremos afectados.
El punto es que luego de seis años de aumentos consecutivos de la actividad, en octubre --un mes posterior a que se intensificara la crisis internacional-- el ILC cayó 0,19% y le siguieron bajas de 0,64% en noviembre y 1,65% en diciembre, por lo que el dato preocupante de enero solo indica que se ha acentuado la tendencia descendente, esta vez en el cien por ciento de las variables que se toman en cuenta para este tipo de estudios. Los datos no son un fin en sí mismos, sino un instrumento para determinar dónde estamos parados y actuar en consecuencia, por lo que se trata de un aporte que el gobierno no debería desestimar ni relativizar, porque tradicionalmente han sido confirmados por los organismos oficiales, aunque con una óptica en la que a menudo se trata de dorar la píldora y dejar a la política económica mejor parada de lo que surge de los datos comparativos y sobre todo de la evolución de los índices.
Y pese a que el ministro de Economía sostiene que “desde esta semana” se está trabajando en la revisión de proyecciones económicas que estarán prontas para mediados de este mes, antes de adelantar si la revisión será a la baja, nadie que más o menos siga de cerca la evolución de los acontecimientos puede dudar de que efectivamente será así.
Pero esto no es lo más importante, sino el actuar con sentido previsor antes de que los acontecimientos nos pasen por encima, aunque por razones político - electorales se ha preferido ignorar la realidad todos estos meses y peor aún, actuado como si la bonanza de la economía mundial fuese a durar siempre.
Y si bien es cierto que la administración Vázquez no es responsable de que la tendencia de la economía mundial se haya revertido, sí lo es de haber seguido actuando como si nada pasara y a la vez legado al país el pesado fardo de un presupuesto desquiciado, concebido para una recaudación de épocas de bonanza, cuando todos sabíamos que se venía la crisis que ahora se pretende disfrazar con excusas que no convencerían ni a un niño.


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