Locales | 30 Mar Es uno de los automóviles antiguos mejor conservados que aún son parte del tránsito sanducero. La nobleza de los “fierros” de origen, más un permanente cuidado de la mecánica y la estética así como el respeto a mantener las partes originales, han permitido mantener vivo a este Chevrolet Fleetline fabricado en 1948.
El Sol del mediodía arranca destellos de su roja carrocería. Entero por dentro y por fuera, este dos puertas es sin dudas todo un referente de aquellos “chivos” que sobre finales de los años ‘40, por su línea más que alargada, con la parte trasera en especial ángulo de descenso, fueran popularmente denominados “colachatas”.Es de uno de los modelos más logrados de la época, y su propietario Walter A. Lynch cuida cada detalle a la perfección.
Al frente luce una resplandeciente y gran parrilla cromada, los faros y los míticos parabrisas divididos en dos. En cada laterales tiene dos ventanillas, una ubicada en la puerta, y la otra atrás, más bien angosta y con línea descendente, acompañando la del vehículo.
Tiene una moldura cromada inmediatamente por debajo de los cristales, y tres más, en este caso cortas, en las partes posteriores de los guardabarros delantero y trasero.
Y una particularidad que lo caracteriza: la única puerta lateral quiebra, al abrirse, el guardabarro delantero.
La parte posterior guarda un amplísimo portaequipajes y una línea angosta
El habitáculo muestra tapizados grises, tablero, volante y perillas todos originales.
APUNTES TECNICOS
Motor: original de 6 cilindros.
Díametro interior: 3 1/2” o 88,90 mm.
Carrera: 3 3/4” o 95,25 mm.
Cilindrada: 216.5 pulgadas cúbicas o 3,5 litros.
Fuerza (fórmula R.A.C. O A.M.A.): 29,4 HP.
Fuerza al freno: 90 HP a 3.300 rpm.
Distancia entre ejes: 116” o 2.95 m.