Opinion | 02 Abr La existencia de casi 100.000 casos de dengue en los países del Cono Sur es preocupante, especialmente porque hasta la Organización Mundial de la Salud ha expresado públicamente que por cada caso de dengue reportado existirían otros cinco no declarados.
Uruguay, mientras tanto sigue siendo el único país de la región sin dengue autóctono. Parece un milagro pero no lo es. Lo que ha habido durante décadas desde que la enfermedad fue erradicada a principios del siglo XX es el trabajo constante, paciente, silencioso y vigilante de nuestro sistema sanitario y, en los últimos años una acción efectiva de la población que colaboró activamente para cortarle el paso al mosquito.
Sin embargo, parece que ya bajamos los brazos y el bichito está a punto de derrotarnos. Aquí mismo en Paysandú, tiempo atrás la Dirección de Salud elogiaba a la población por el apoyo a la campaña de prevención del dengue. Hoy pasa todo lo contrario.
La encuesta de larvas que se realiza en forma constante mostró un crecimiento exponencial de la presencia del aedes aegypti, transmisor de la enfermedad, y eso no se debe solamente a las últimas lluvias y su combinación con el calor. Hemos bajado la guardia cuando deberíamos reforzar el flanco de avanzada.
Cada día se encuentran en la mayoría de los hogares visitados por personal de salud, latas, tarros, neumáticos y hasta tanques con agua que constituyen verdaderos criaderos para el aedes aegypti que hoy tiene generaciones “made in Paysandú” que abundan más de lo deseado.
Hace dos años, la posibilidad de un caso de dengue autóctono en Salto pocos días antes de la Semana de Turismo puso en alerta al país y en cuestión de horas la mayoría de las farmacias vendieron su stock de repelentes. Son reacciones tardías que nada aportan más que la alarma impotente y generalizada.
La lucha contra el dengue exige tener a la población como aliada. Por eso, exhortamos una vez más a limpiar fondos y patios, eliminando todos aquellos objetos que sean innecesarios y puedan acumular agua. Algo tan sencillo como eso ha sido crucial, pero ¿hasta cuándo será sostenible esta situación? Es imposible saberlo, pero lo que sí es seguro es que de estos esfuerzos familiares depende parte sustancial de la lucha contra este vector. Así que ya sabemos, tenemos tarea para hoy, mañana y el fin de semana.