Locales | 03 Abr Comprometidos y luchadores, trabajar por la comunidad ha sido su consigna permanente. Convencidos desde siempre de ello, con perseverancia y empuje han podido concretar obras de significativo impacto para la comunidad de Tiatucura. Flora Eloides Lima (74) y Celestino Scotto (81) son un simpático matrimonio que asumió el compromiso de ser verdaderos vecinos serviciales. Golpearon cuanta puerta podían y así concretaron muchas cosas para que el pueblo se proyectara hacia su nuevo diseño urbanístico.
El nuevo edificio de la Escuela 29 “Vaimaca Perú”, el puente sobre el arroyo Tiatucura y el destacamento de policía son parte de la muestra y el legado que el matrimonio Scotto Lima y otros vecinos transformaron en realidad. Padres de tres hijos varones, abuelos de cuatro nietos y bisabuelos de un pequeño, se los puede ver con la energía que no siempre imaginamos en gente de su edad. Doña Flora y don Celestino aceptaron contarnos parte de su historia y lo que ha significado para ellos el centro poblado de Tiatucura. “Hemos estado rodeados siempre por muy buenos vecinos. Ahora muchos se han marchado y ha venido otra gente, pero siempre se ha mantenido el muy buen relacionamiento entre todos”.
Flora vivió en Tiatucura hasta que “alguien –desde Tacuarembó– me vino a buscar”, dijo, haciendo referencia a quien hoy es su esposo. Pero regresó hace unos treinta años, “cuando compramos la casa en el pueblo y porque, además, mi esposo trabajaba de capataz en una estancia cercana”.
Entre los recuerdos más gratos que el matrimonio conserva, están aquellos que definitivamente los han marcado para el resto de sus días: el compromiso y la decidida conducta de trabajar por la comunidad. En pos de ello, esta pareja integró diferentes comisiones de trabajo y de fomento.
“Hace ya un buen tiempo de aquel día en que la maestra invitó a mi esposo a integrar una comisión para construir el nuevo edificio de la escuela, a lo que él contestó: ‘sí, maestra, si usted está de acuerdo en trabajar, yo voy a entrar en la comisión. Porque todas las mañanas, cuando me levanto, me cuesta mucho ver esa escuela toda tirada”. El viejo establecimiento era alquilado y estaba ubicado sobre el extremo noroeste del centro poblado. “La nueva estructura fue erigida en tiempo de los militares y así fue como se logró”, dijo Flora.
“Hemos luchado mucho, pero lo hemos hecho con mucha alegría, porque malos recuerdos no le vamos a dejar a nuestros hijos”, afirma sonriente.