Opinion | 03 Abr El intendente de Montevideo, Ricardo Ehrlich, convocó a los partidos con representación parlamentaria a una reunión con el objetivo de llegar a un compromiso para desarrollar una campaña política que no agreda a Montevideo, según consigna “Últimas Noticias” en su edición de ayer.
La voluntad del jefe comunal capitalino es lograr una campaña amigable para con la ciudad, por lo que recordó a los dirigentes las normas vigentes. Porque la sana convivencia de la campaña política con la ciudad, su vida natural y sus atractivos turísticos implica al menos el estricto respeto por sus monumentos pero también por los espacios públicos y vías de circulación más características.
La publicidad política es legítima en el marco de la competencia democrática pero los derechos de difundir una opción no deberían “intoxicar” la imagen general de las ciudades. En todo el territorio nacional la creatividad y el buen gusto deberían ser convidados a integrarse, ponderando la pertinencia de pintadas, afiches, pasacalles, etcétera. en relación al daño estético que provocan. En el transcurso de la comptencia en la que hace ya meses estamos inmersos podremos visualizar el compromiso real de cada grupo político con la ciudad en la que aspiran a constituirse como gobernantes, aún cuando la idea de la convocatoria a la que hacemos referencia fuera del intendente capitalino. Lo cierto es que todos los grupos políticos se presentan como abanderados de propuestas de mejoras de vida para los ciudadanos, pero su primer desafío y mejor oportunidad de hacer un aporte positivo a la comunidad sería lograr una competencia realmente amigable con la ciudad. Porque para ellos es una gran vidriera y para los habitantes, el entorno cotidiano que quien más quien menos pretende mantener en condiciones agradables.
Al mismo tiempo, y sin lesionar la democracia, con reglas claras y concretas corresponderá a los jerarcas municipales actuales en todas las ciudades, ser custodios de que esas condiciones se cumplan.