Paysandú, Domingo 12 de Abril de 2009
Opinion | 09 Abr En forma paralela a la significativa caída de las exportaciones que se manifiesta desde fines del año anterior, los datos de comercio exterior correspondientes a los últimos meses también dan la pauta de un agudo retroceso en las importaciones de Uruguay, lo que pone de relieve una merma palpable en el intercambio comercial a partir del inicio de la crisis internacional.
El Instituto Uruguay XXI informó que las importaciones cayeron 15,6% en marzo y 17,5% en el primer trimestre del año en comparación con similares períodos del año anterior, aunque en ese lapso hubo un importante aumento del ingreso de maquinarias por impacto de compras de la industria maderera, en el arrastre de la tendencia que se había manifestado el año pasado, de crecimiento económico mundial, hasta el tercer trimestre.
Asimismo, la importación de automotores y autopartes, segundo rubro en bienes de capital después de las maquinarias, descendió un 18% en marzo y un 23% en los primeros tres meses del año, en tanto paralelamente se redujo también el ritmo de compras uruguayas en sus principales proveedores de bienes, como es el caso de Argentina, Brasil y China.
El deterioro del intercambio comercial es manifiesto si se tiene en cuenta que la merma en las exportaciones fue del 13,4% ciento en marzo y del 14,2% ciento en el primer trimestre del año, lo que indica que estamos en un marco de expectativas para el futuro inmediato que refleja la incertidumbre internacional, desde que todavía no hay proyecciones más o menos valederas del impacto de las medidas adoptadas para inyectar grandes volúmenes de dinero en la economía mundial.
Es cierto, esta reversión de la economía internacional impacta de manera diferente en los respectivos sectores, por lo menos en lo inmediato, pero no puede negarse que más allá de la repercusión directa por cierre de mercados, sobreviene asimismo el efecto dominó de la caída de actividad que se va transmitiendo a otros sectores y por ende a toda la economía.
Es decir que ante una tendencia negativa que se está consolidando, estamos en el momento en que el Estado debería cumplir su rol catalizador de procesos beneficiosos y una de las medidas que se necesita es precisamente contar con el mentado “espacio fiscal” para reducir la presión tributaria sobre los sectores productivos, los que generan empleo y sostienen sobre todo el peso del Estado, además de dinamizar la economía.
Pero ocurre que el gobierno, lejos de aplicar políticas contracíclicas, ya utilizó el “espacio fiscal” en aumentar el gasto público en base a la recaudación adicional que se generara en 2008, y creó un presupuesto que deberá sostenerse con un ingreso menguado en 2009, por efectos de la crisis, como ya se nota en el intercambio comercial y en los índices de actividad.
Por lo tanto, contrariamente a lo que hizo Chile, que ahorró ante un posible cambio en el escenario internacional, el gobierno ha seguido el proceso de aumentar el gasto y comprometido por lo tanto la ecuación fiscal por efectos de una menor recaudación y gastos rígidos que van a obligar a un endeudamiento o ahorros en el Estado que por ahora no se perciben en ningún lado, más allá de la convocatoria presidencial --de respuesta muy poco alentadora en los jerarcas, como es ya tradicional-- para abatir en por lo menos un 5% el gasto de las dependencias estatales.
Igualmente, en medio de perspectivas poco favorables, por decir lo menos, para el corto plazo y seguramente para todo 2009, es positivo que haya empresarios interesados en trascender lo coyuntural para embarcarse en proyectos de mediano y largo plazo, según surge de los datos dados a conocer a través de la Comisión de Aplicación (Comap) de la Ley de Inversiones, que recibió en marzo 37 proyectos de inversión por casi 350 millones de dólares para que se les otorguen beneficios fiscales.
Se trata del mayor monto en proyectos de inversión en más de un año, con todo el efecto beneficioso que ello conlleva para la dinamización económica, lo que coincide con la apuesta a proyectos de largo plazo como la madera, donde pese a la crisis internacional y la paralización de las exportaciones, continúan las implantaciones de nuevos montes, lo que indica confianza en el futuro del país, pese a las coyunturas.
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