Paysandú, Domingo 12 de Abril de 2009
Opinion | 11 Abr La coyuntura internacional desde hace unos dos años ha empujado a Uruguay otra vez hacia el Mercosur, que concentra actualmente el mayor peso del intercambio comercial de nuestro país, algo que por cierto está lejos de constituir un ideal en comercio exterior. Porque ocurre que no se trata de una intención deliberada de los empresarios y agentes económicos, sino que en gran medida es consecuencia de factores condicionantes que se han dado en el concierto internacional y que se acentuaron desde el último trimestre del año pasado.
De acuerdo a los datos aportados por el Instituto Uruguay Siglo XXI, el peso de las exportaciones uruguayas destinadas al Mercosur exhibió un comportamiento inversamente proporcional al registrado por el total de las ventas al exterior en los últimos cinco trimestres, por lo que el escenario del comercio exterior muestra que a medida que el mundo se vuelve más hostil para colocar nuestra producción, se hace más importante para el Uruguay la demanda de los países vecinos.
En el marco de esa tendencia las colocaciones de mercadería nacional en el primer trimestre de este año sumaron 1.144 millones de dólares, el 31% de las cuales fueron al Mercosur, cuando a la vez las exportaciones uruguayas han tenido el peor desempeño desde el primer trimestre de 2008. Para ello se han conjugado una caída en la demanda exterior y un mejor comportamiento en el intercambio regional, en tanto las ventas a la Unión Europea se han mantenido relativamente estables, con un 20% del total.
Un factor distorsionante ha sido la reducción de las colocaciones en Estados Unidos, por cierto, que hasta no hace mucho era nuestro principal socio comercial, y que ahora ha caído estrepitosamente, desde que la crisis internacional se originó a partir de la debacle del mercado inmobiliario en esa nación.
Los datos dan cuenta de que las exportaciones uruguayas están descendiendo hace cinco meses, y por ahora no se advierte una reversión de este panorama, que en el mejor escenario previsto se extenderá por lo menos durante todo este año.
Y si bien ya hay sectores que están sufriendo la crisis, debe tenerse presente que normalmente se da un efecto de inercia en el caso del sector exportador, que determina una repercusión desfasada en la economía interna respecto al período inicial de su manifestación. Cuando el sector exportador se recupera, se registra un período en el cual se tarda en sentir sus efectos beneficiosos en el mercado interno, y a la inversa, cuando la actividad exportadora pierde dinamismo, sus efectos también tardan en manifestarse.
No puede obviarse que la suerte de un país como Uruguay depende en gran medida de su actividad exportadora, desde que tiene un mercado interno muy reducido y por lo tanto no puede desligarse de lo que ocurre a nuestras empresas de exportación.
El Mercosur como destino principal, teniendo en cuenta sus incongruencias, asimetrías y escasa fiabilidad de nuestros socios, es --o debería ser-- fundamentalmente un refugio de circunstancias ante la coyuntura, ya que la experiencia indica que depender del mercado regional es un albur que nos dejó en crisis en 1999, cuando la maxi devaluación del real, que generó el cierre de empresas que estaban íntegramente jugadas al mercado brasileño, así como grandes sobresaltos y desempleo en otras, actuó como efecto dominó sobre nuestra economía y fue en gran medida el preámbulo de la gran crisis de 2001-2002.
La diversificación de mercados es un imperativo para el Uruguay, a efectos de contar con alternativas para no volver a encerrarnos en una región que frecuentemente reafirma avatares, incluso con la reaparición una y otra vez de medidas proteccionistas al grito de determinadas industrias que reclaman medidas para preservar fuentes de empleo, en algunas casos disfrazadas de “licencias de importación”, como las que tiene vigentes Argentina, o “sanitarias” como suele aplicar Brasil en la frontera.
Y ante las dificultades en los mercados, recurrir al salvavidas regional en carácter de alternativa es válido, pero no debemos perder de vista que es preciso retornar cuanto antes al camino de la diversificación, para lo que es preciso sobre todo recuperar competitividad extrarregional, que ha venido cayendo inexorablemente por efectos de un tipo de cambio y crecientes costos internos que han erosionado la rentabilidad de las empresas exportadoras.
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