Paysandú, Martes 14 de Abril de 2009

El mosquito adentro y el dengue en la puerta

Opinion | 08 Abr Lenta pero inexorablemente, y año a año con mayor entidad, se va extendiendo hacia el Sur desde las zonas tropicales del subcontinente el dengue, que hasta hace pocos años era prácticamente desconocido en estas latitudes, las que se creía estaban muy lejos de la posibilidad de ser siquiera rozadas por una infección comparable a la malaria y a la fiebre amarilla, típicas de selvas tropicales.
Pero el cambio climático, la globalización, el intercambio comercial y de viajeros han facilitado la difusión hasta lugares insospechados del mosquito Aedes Aegypti, sin el cual el dengue no puede propagarse, desde que no se transmite directamente entre seres humanos y necesita del insecto como vector, pero lo hace a niveles exponenciales una vez el mosquito encuentra terreno fértil.
Pero claro, una cosa es que las condiciones naturales hayan permitido la difusión del insecto y otra muy distinta es lo que está ocurriendo en nuestro medio, como seguramente también en las vecinas provincias argentinas hacia las que raudamente va avanzando la enfermedad, con el próximo invierno como única barrera posible, por lo menos por unos meses. Es que la displicencia, la omisión y la irresponsabilidad de muchos de nuestros conciudadanos ha sido el factor que por excelencia ha permitido esta irrupción explosiva de un mosquito que hasta hace poco era rara avis en nuestro medio.
Lamentablemente, hoy tenemos el mosquito instalado en la zona urbana de Paysandú y en algunas zonas incluso supera en número al mosquito común, el Culex, con el que además ya comparte hábitat. La sequía tampoco fue impedimento para que siguiera avanzando, y tan pronto cayeron las primeras lluvias, la desaprensión y omisión de muchas personas quedaron de manifiesto al negarse a eliminar recipientes, cubiertas y vasijas en las que se juntó agua de lluvia generando la multiplicación del insecto.
No hace falta ser un experto para inferir que la erradicación del Aedes aegypti, resulta poco menos que imposible a esta altura, desde que hay costumbres muy difíciles de desterrar y un grado de inconciencia incomprensible, que llega a extremos poco menos que suicidas, porque la apuesta a que “a mí nunca me va a tocar” y tampoco a un familiar cercano, es abusar de la ruleta rusa.
La realidad siempre se encarga de dar por el suelo con estas especulaciones y la reacción suele llegar tarde, con los hechos consumados. Por cierto, bastaría un solo caso de dengue por esta zona --ojalá que nunca se de-- para seguramente obrar como un poderoso sacudón para quienes han contribuido a que se genere este estado de cosas.
Con algunos posibles casos en Entre Ríos y los miles que se registran en otras doce provincias, en medio de una corriente de viajeros impresionante durante Semana de Turismo, sería realmente poco menos que un milagro que no “desembarcaran” en Paysandú mosquitos infectados con dengue, o pasajeros transmisores de la enfermedad, portadores en apariencia sanos, que podrían ser picados por mosquitos que se han reproducido a sus anchas en ésta como en otras ciudades litoraleñas.
Quedaría sembrado así el primer foco autóctono de la enfermedad, de consecuencias imprevisibles y lo que es peor, con todas las condiciones para incorporar un marco endémico, pese a que nuestros inviernos son mucho más severos que los que se registran en las áreas tropicales.
Y si bien las autoridades de Salud Pública y las instituciones nucleadas en el Comité de Emergencia han convocado a tomar conciencia, los resultados han sido magros en cuanto a la respuesta ciudadana, por lo que solo un alto grado de suerte ha permitido que todavía no tengamos casos autóctonos.
Este escenario alarmante constrasta empero con una infundada tranquilidad de las autoridades nacionales de Salud Pública, que con la enfermedad en las barbas y mosquitos por doquier, solo han instruido para que se fumiguen bodegas de ómnibus y camiones, cuando el sentido común indica que al menos durante esta semana se fumigue a fondo a cuanto vehículo ingrese por los pasos de frontera .
Claro, eso debió haberse previsto con suficiente antelación porque requiere logística, preparación y equipamiento de los que no es fácil disponer en pocas horas, por lo que todo indica que la improvisación nuevamente ha podido más que el sentido común, y que no deberíamos sorprendernos ni lamentarnos si de un día para otro nos encontramos con el dengue instalado dentro de f ronteras.


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