Paysandú, Viernes 17 de Abril de 2009
Opinion | 17 Abr La Comisión Nacional de Zoonosis y la Facultad de Sicología de la Universidad de la República han acordado un trabajo conjunto que apunta a “provocar un cambio cultural en habitantes de zonas afectadas por hidatidosis”, según anunció el presidente del primer organismo, doctor Ciro Ferreira, quien ha marcado un cambio significativo en la orientación del instituto desde su asunción.
Esta enfermedad de carácter endémico que tiene al perro --sobre todo de zonas rurales-- como vector, es una muestra más de las serias dificultades que existen en nuestro país, ante la falta de toma de conciencia de la población respecto a la entidad de enfermedades que podrían fácilmente ser controladas y hasta erradicadas con simples medidas preventivas.
En el caso de la hidatidosis, la prevalencia de la enfermedad, de acuerdo a los estudios y encuestas que se han desarrollado a lo largo de las décadas, es mayor en zonas de cría de ovejas, ya que se alimenta a los perros con achuras y vísceras infectadas, lo que a la vez deriva en contaminación de pasturas y la transmisión al ser humano.
Es decir que uno de los aspectos claves para el control de esta enfermedad es el control y tenencia responsable de los perros, por lo que evidentemente debe ponerse énfasis en promover conductas y conciencia de la población respecto a medidas simples que deben adoptarse como rutina a efectos de contener la difusión de esta zoonosis.
La Comisión Nacional Honoraria de Zoonosis, en su cometido de atender la problemática animal, lleva practicadas más de 50.000 castraciones de perros y 60.000 ecografías de personas a efectos de la detección precoz de la enfermedad, lo que ha permitido establecer que los casos de la hidatidosis son elevados en determinadas zonas de nuestro país. En estas áreas se ha determinado un índice de entre uno a dos por ciento de la población infectada, y en el caso de Paysandú, los valores se inscriben en la media nacional. Ante este escenario, que se ha mantenido más o menos inalterado en los últimos años, mediante el convenio a que aludíamos la Facultad de Sicología realizará un aporte significativo, teniendo en cuenta que las encuestas han permitido determinar que la población conoce lo que debe hacer para prevenir la hidatidosis, solo que no lo aplica. El objetivo del convenio es poner en práctica de las medidas tendientes a evitar la hidatidosis, mediante la colaboración de sicólogos en el terreno del área educacional, que es donde radica la mayor falencia que se ha detectado en este combate. Con este fin se ha concretado el acuerdo entre la comisión y la facultad, inicialmente por seis meses, con posibilidad de ampliarlo a un año. La Comisión de Zoonosis aporta los recursos económicos para implementar este sistema, y el equipo de sicólogos se integrará al trabajo que la Comisión viene haciendo en las zonas de riesgo determinadas. Esa labor conjunta apuntará a que las herramientas creadas lleven la educación a la población de los lugares elegidos, dándoles los medios para que las integren a su cultura.
Las zonas de riesgo en las cuales se focalizará el trabajo fueron determinadas mediante un método actualizado y se estableció que existe una contaminación que varía entre el 7 y el 10% en esas zonas críticas, lo que da la pauta de la entidad del problema, y la posibilidad de que este potencial de transmisión se traduzca en casos de hidatidosis.
Pero como se ha detectado a través de las encuestas, el déficit que se presenta no es de información, sino que como en tantas otras áreas, se está ante un problema de mentalidad de gran parte de la población, que por comodidad, desaprensión y desmotivación hace caso omiso de las recomendaciones de las autoridades y sigue alimentando a los canes con achuras crudas, no dosifica y además deja sueltos a sus perros, lo que constituye una masa crítica que magnifica las posibilidades de transmisión de la hidatidosis.
Es decir, es la misma actitud prescindente e irresponsable que observamos en el tránsito, en el control del mosquito que transmite el dengue, en la disposición de la basura, en el cuidado de los bienes públicos y en tantos órdenes de la vida en que amplios sectores de la población hacen gala de absoluta irresponsabilidad, por la que pagamos todos, y que es preciso erradicar de una vez por todas. Con educación, convencimiento y también a través del aspecto punitivo que ha estado ausente durante demasiado tiempo.
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