Opinion | 14 Abr No es fácil que la población de un lugar se involucre fuertemente en causas vinculadas a temas como la ecología y la diversidad biológica cuando el tema en cuestión no involucra directamente una amenaza o peligro contra el bienestar humano.
Por el contrario, es mucho más sencillo embanderarse con una consigna ambiental cuando se trata de algún tema vinculado a la contaminación o potenciales riesgos para las personas.
Sin embargo, en Paysandú están impulsándose iniciativas de gran relevancia ambiental y de conservación que en ocasiones suelen pasar desapercibidas para buena parte de los coterráneos.
Aunque bastante desconocidos entre los sanduceros en general, Rincón de Pérez y los montes del Queguay, ubicados en las inmediaciones de Guichón, constituyen un área natural con características únicas en el país.
No sólo es la mayor “masa boscosa” del territorio uruguayo y ha sido caracterizado como un sitio de especial interés científico por su gran riqueza natural y ecológica, sino que además posee valores históricos y arqueológicos que ameritan su protección.
Por ello, vecinos de la zona y varias instituciones están impulsando su ingreso al Sistema Nacional de Áreas Protegidas y según lo señalado recientemente por el intendente Julio Pintos, el trámite va por buen camino.
La Facultad de Ciencias, que estuvo con sus docentes y estudiantes trabajando en la zona, recomendó el ingreso al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) en calidad de “parque nacional”.
Cabe señalar que de acuerdo a la Ley Nº 17.234 se entiende por “parque nacional” aquellas áreas “donde existan uno o varios ecosistemas que no se encuentren significativamente alterados por la explotación y ocupación humana, especies vegetales y animales, sitios geomorfológicos y hábitats que presenten un especial interés científico, educacional y recreativo, o comprendan paisajes naturales de una belleza excepcional”.
La incorporación al Sistema Nacional de Áreas Protegidas traerá varios beneficios para la zona, no solo en lo que hace a la protección de su rica flora y fauna y su diversidad ecológica y biológica, sino que también implicará aspectos positivos para los vecinos, que pasarán a ser parte de un nuevo sistema de gestión que implicará, entre otras cosas, el contar con un valor agregado para los productos locales.
Se trata pues de un buen ejemplo de la iniciativa y el interés local en beneficio de la preservación de la biodiversidad y el patrimonio natural, así como la optimización de las acciones humanas en un entorno que contribuya a un desarrollo sostenible.