Paysandú, Viernes 24 de Abril de 2009
Locales | 19 Abr Con casi un 30 por ciento más de alumnos que el máximo previsto cuando se planificó y construyó la ampliación del edificio en 1999, el local del Liceo Nº 4 Manuel Oribe, en Bulevar Artigas y Bolívar, no da abasto para la matrícula que tiene y hubo que alquilar un galpón en el fondo de una casa frente al liceo, “y quien sabe lo que podrá pasar en un par de años” dijo una de las preocupadas madres consultadas por EL TELEGRAFO.
Si bien el remodelado local fue inaugurado formalmente en 2007, se trata de una obra que se pensó para 1999, pero demoró demasiado en construirse. De hecho, la capacidad de 700 alumnos fue superada en 200 adolescentes, lo que determinó que años atrás se alquilara un galpón al fondo de una casa frente al local liceal, por Bolívar.
Bajo techo, pero...
Se trata de una construcción que tiene unos 15 metros de frente y unos 6 de profundidad, con techo de zinc, pero que tiene cielorraso de espuma plast. Fue dividida en espacios de unos 3 metros de ancho. Así, se separaron con tabiques cinco salones donde se instalan las clases de menor cantidad de alumnos. Sin embargo, el número promedio de 28 que tiene cada clase hace muy difícil que los alumnos y el profesor tengan un ambiente normal para el estudio. Sin poder definirse como “hacinamiento”, de todas maneras no es un espacio adecuado para aprender.
“Hay alrededor de 900 alumnos en todo el liceo, y se hizo para 700”, dijo la madre de un alumno que cursa segundo en el “anexo”. Esa “superpoblación” preocupa también a las autoridades del liceo, según se reconoció. Si bien la directora no quiso formular declaraciones antes de comunicarlo a su inspectora, ni permitió tomar fotografías desde adentro sin autorización de sus superiores, EL TELEGRAFO pudo ver claramente la situación en que están los adolescentes que cursan segundo año en esos salones. Además de ser lugares chicos, se cuenta con el problema del patio de recreo, que es parte del fondo de una casa de familia, los dos baños que hay para los 140 adolescentes, la falta de cantina -por lo que deben ir al local central, cruzando calle Bolívar- y la “oficina” del adscripto que está a cargo de las necesidades que puedan tener los alumnos o profesores.
Una zona en crecimiento
El liceo tiene 15 salones, 10 en el edificio central y 5 en el “anexo”, que trabajan en dos turnos. Hay 14 cursos que se dictan en doble turno: cinco Primeros, cinco Segundos y cuatro Terceros, algunos de los cuales tienen más de 35 alumnos.
En el local propio, el centro de estudios cuenta con dos laboratorios, una sala de informática, biblioteca, sala de profesores y hasta un salón multiuso. Según pudimos saber, en su momento fue un buen edificio, pero ahora es chico. De todas maneras, cuando se proyectó no se consideró el crecimiento de matrícula que hubo luego, determinado por el área de influencia del liceo, donde se mudó mucha gente y probablemente siga creciendo, al ser una zona de construcción o remodelación continua de viviendas. Según se indicó a nuestro cronista, habría un patio interno junto a un salón que construyeron los padres de APAL, donde podrían hacerse entre dos y cuatro aulas, pero allí terminaría -aparentemente- las posibilidades de crecimiento del liceo.
A su vez, en un aparente descuido de los arquitectos, el jardín que está a la derecha del liceo (que tiene rejas y hasta un sistema para colgar bicicletas) no tiene acceso desde adentro del liceo, sino que hay que abrir un portón desde afuera, por lo que en los hechos no es de ninguna utilidad como patio de recreo.
Según los padres consultados, y por las notas de archivo del diario, ya se han hecho reclamos sobre esta situación, aunque hasta ahora no habría una respuesta concreta desde el Consejo de Educación Secundaria de ANEP.
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