Paysandú, Domingo 26 de Abril de 2009
Opinion | 26 Abr Tan pronto los mercados mundiales tiendan a normalizarse, que esperamos ocurra lo antes posible, siguiendo los ciclos de la economía, volverán a presentarse los problemas de logística que se manifiestan en nuestro país sobre todo para el transporte de las cargas de gran volumen, como la madera y granos, hacia los centros de salida a los destinos de exportación, que son por excelencia los puertos. Ello implica promover, incorporar infraestructura y adecuar la ya existente para potenciar el sistema multimodal de transporte, que permita optimizar las características más positivas de cada uno y sumar a efectos de contar en tiempo y forma con la mercadería en los acopios para la exportación.
En tiempos de crisis, como el actual, y pese a la limitación de recursos, es el momento indicado para volcar esfuerzos, sin apremios inmediatos, al diseño de estrategias e infraestructura para tener camino adelantado cuando llegue la reactivación, que podría incluso ser el próximo año, lo que nos da un margen acotado para un intento de puesta al día mientras seguimos en la línea de descanso de la ola.
Es decir que mientras por un lado se buscan mecanismos para sobrellevar los efectos de la crisis internacional dentro del país, es buen momento para aprovechar a la vez la caída en la demanda de servicios por la menor actividad, en generar condiciones para que cuando llegue la recomposición del esquema productivo no nos encuentre con las mismas falencias de siempre.
Y mientras la Administración Nacional de Puertos (ANP) se apresta a comenzar --a través de la adjudicación a una empresa privada-- las obras de refuerzo del muelle del puerto de Paysandú y la incorporación de grúas para el movimiento con contenedores, en tanto se continúan desarrollando los trabajos de dragado del paso Almirón, no puede obviarse que otra modalidad de transporte de gran proyección en el transporte de cargas de mayor volumen, que es el ferrocarril, sigue limitado a una expresión mínima en el Uruguay, lo que conspira contra los esquemas de costos de sectores productivos.
En su momento el Directorio de AFE apuntaba a promover la inversión y asociación de privados en el ferrocarril estatal, pero cuando el proyecto se encontraba avanzado e incluso ya había manifestación de interés y preproyectos con participación de empresas forestales, sobre todo ante presiones del sindicato del ente del riel y el escaso entusiasmo de algún director por innovar, quedó en fojas cero la posibilidad inmediata de la inversión en infraestructura ferroviaria, sobre todo en la red de vías, y se estancó un proceso que debió haberse abordado hace ya muchos años.
En este contexto, el vicepresidente de AFE, Alejandro Orellano, reconoció que el Estado no tiene los recursos necesarios para invertir en poner en las mejores condiciones posibles el tren, pero sí una base que le permita mantener el control del modelo ferroviario, por lo cual defiende que el organismo se asocie a empresas privadas para ser más eficaz, según da cuenta el diario El País.
Sostuvo que “hay que reconocer que es difícil cambiar AFE, porque ha trabajado mucho tiempo con determinada estructura” y resultó a la vez dificultoso lograr los financiamientos para incorporar la imprescindible infraestructura de vías férreas, por lo que “seguimos haciendo gestiones con los privados para acordar la reparación de los 379 kilómetros que proyectó este directorio, así como también tratando de buscar las fuentes de financiamiento necesarias”.
Evaluó asimismo que “la autocrítica que hacemos es que si este proceso no hubiera sido tan lento podríamos haber obtenido las ventajas de otro clima financiero y seguramente no íbamos a tener mayores problemas para conseguir el dinero”, y a la vez consideró que “estoy absolutamente de acuerdo con que AFE tiene que asociarse con privados” y recordó que en su momento negoció con grandes clientes del área de la madera y granos, incluyendo la cebada, “y todos mostraron interés”.
Pero claro, hay tiempos y tiempos, y los del Estado no son los de las empresas privadas, que dependen de la dinámica, la eficiencia y la rentabilidad para progresar y sobrevivir, en último caso, lo que no ocurre con el Estado “achanchado” que siempre va a transferir el costo de su ineficiencia y burocracia a todos los ciudadanos. Y como bien sostiene el refrán, de que “a confesión de parte, relevo de pruebas”, tenemos al canto la demostración más cabal en AFE de cómo se ha perdido lastimosamente el tiempo, por contradicciones dentro de la propia fuerza de gobierno, que “trancó” en su momento lo que debió hacerse con celeridad y visión de futuro, para no seguir hoy con las mismas deficiencias de hace décadas.
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