Paysandú, Domingo 26 de Abril de 2009
Locales | 26 Abr En el barrio Nueva York las carencias son muchas y es, incluso, algo paradójico aplicar el nombre de esa gran ciudad a una zona tan pobre de Paysandú. Una de las faltas es el saneamiento, que desde siempre se suple con pozos negros y cuyas cámaras sépticas suelen estar desbordadas. Esto es malo para cualquier persona sana, cuánto más para quienes tienen algún problema serio de salud.
Este es el caso, simple pero sin solución pese a los reclamos de sus padres, de Luis González Medina, un jovencito de 15 años que padece parálisis cerebral: “ocurrió que al nacer, con la mamá a punto de dar a luz sobre un ómnibus, tuvimos que bajar de apuro y recurrir a un sanatorio privado de Montevideo, donde usaron forceps para ayudar a la criatura a nacer. Pero, debido al sufrimiento padecido como secuela le quedó parálisis cerebral”, señala su padre.
Para hacer esta nota fuimos a ver cómo vive Luis --debidamente autorizados por sus padres Wilson González y Miriam Medina--, pensando encontrarlo postrado en una cama y quién sabe en qué situación física e higiénica.
Lo que observamos en esa casita número 9 del barrio Nueva York, con frente a la calle Pinilla y a pocos metros de General José de San Martín, fue la humildad en toda su expresión: no hay veredas aunque sí cunetas anchas por donde corren aguas servidas, en buena parte con grandes yuyales. Humildad sí, cierto; pero digna y valiente. El amor de unos padres jóvenes, empecinados en darle a su hijo de 15 años “el tiempo de vida que el de arriba decida, pero en las mejores condiciones”. Wilson trabaja para traer el recurso lícito y noble a la casa, mientras Miriam se dedica al cuidado constante de Luis, las 24 horas, porque así lo necesita el chico. Además, y por lo que ellos nos cuentan, el aporte invalorable de los cuatro hermanitos.
Luis --en su silla de ruedas a préstamo de por vida por el movimiento solidario que encabeza Selva Iglesias-- presenta un aspecto físico increíble: pelito corto (“se lo cortamos la semana pasada porque él traspira mucho”, comenta la mamá), ojitos vivaces que siguen al fotógrafo de un lado a otro y que se tornan aún más expresivos cuando alguien le señala el enorme poster de Peñarol ubicado en la pared del comedor; el cuerpito delgado, de piel trigueña y muy buen aspecto.
Completa la escena la ropita nueva, limpia, prolija al igual que la silla desde luego. Solo llama la atención la forma en que está sentado, en la que notamos tiene alguna dificultad. “Es por la cánula que tiene en el abdomen (gastrotomía), por la que hay que pasarle la alimentación líquida, porque no puede comer sólidos”, señala el papá. “Tenemos quince litros de yogur por mes que nos da Pili y lo demás lo compramos nosotros. Hay que licuarle todo, la sopa, la carne y cuantos alimentos ingiere, así como deshacerle las pastillas de medicamentos, para pasárselos por la misma gastrotomía”, dice Wilson.
Situación de riesgo
La vivienda es humilde, pero limpia, digna y pertrechada de los elementales electrodomésticos para una vida que podríamos catalogar de normal. “Nosotros le damos todo a Luis, incluso mantenemos la televisión por cable, pues es su único entretenimiento. Eso sí, es tan hincha de Peñarol, que cuando ve que entra Nacional a la cancha mira para otro lado”, comentan sus padres.
Las paredes sin revocar, pero sin señales de humedad en ellas, y el cielo raso de lambriz correcta y seguramente colocado por el propio padre de familia, quien comenta: “nosotros vivíamos en Montevideo y estábamos bien. Yo trabajaba embarcado, por lo que pude sostener la situación de Luis casi que sin problemas. Es más, no le habíamos solicitado la pensión del BPS y solo recurríamos a la atención de Salud Pública.
Después decidimos venirnos y yo entré en la Intendencia hace ya unos años; pero hoy, de los 7.473 pesos por mes nominales me quedan cuatro mil y algo por los descuentos. Ella, la mamá, no puede trabajar porque tiene que estar todo el día con Luis”.
El problema real y concreto es que tanto por la vía respiratoria, como por la gastrotomía que tiene en su abdomen, Luis entra de lleno en una situación de riesgo por la latente contaminación ambiental. La que, seguramente, puede ser disimulada cuando el organismo expuesto está sano y sin problemas de tipo alguno, pero que impacta seriamente cuando la situación se presenta difícil.
“Lo que nosotros necesitamos es una casa en otro lugar; porque, además, tengo que separar a los hermanos de Luis, que duermen acá, en sus camitas, en la misma habitación. Mucho le dimos vuelta a esta situación y ahora sí, nos decidimos a mostrarla para ver si logramos alguna solución. Para nada estamos usando a nuestro hijo, al que ve cómo cuidamos y acompañamos. Y no está solo acá adentro, porque ustedes podrán ver que sale con nosotros si vamos a la plaza o al carnaval y que, además, le gusta muchísimo”.
Añade que “desde el programa ‘Honrar la vida’, Ofelia Franchini se comunicó con el presidente del BPS, quien nos contestó que no había ninguna posibilidad, que algo así está fuera de su alcance”. Lo que sin dudas deberán volver a intentar, porque la Ley 15.900 dispone viviendas para beneficiarios de ese organismo de seguridad social y Luis, precisamente, es pensionista por incapacidad.
SUELEN ABANDONARLOS
Wilson es bien gráfico al hablar de lo que suele ocurrir con niños en estas condiciones sicofísicas: “los abandonan sus padres, que no quieren asumir la responsabilidad de cuidarlos. En Montevideo, cuando lo llevábamos a la Escuela ‘Horizonte’ lo vivimos en carne propia: había una niña negra, ciega y con parálisis cerebral, a la que habían dejado sus padres. Como en ese tiempo andábamos bien, le compramos ropita y le mandamos a hacer una torta de cumpleaños para que en su día tuviera una fiestita. Son cosas que uno mismo ha vivido y por eso las puede asegurar”.
Nosotros no sabemos cuánto tiempo lo vamos a tener y a disfrutar a Luis, pero queremos que sea el mayor posible, así como que viva bien, seguro, tranquilo y feliz, como ahora”, añade.
“Eso sí, preferimos cambiarle cinco o seis veces el pañal, pero que no tenga éscaras y que esté cómodo, como ustedes lo ven ahora, aunque no puede estar mucho tiempo sentado porque le molesta la cánula de la gastrotomía. El mismo no quiere que la mostremos, porque es muy coqueto e incluso ¡hay que ver cómo mira a las muchachas cuando lo llevamos a pasear!”
Su padre reconoce, con evidente y legítimo orgullo, que “los doctores se asombran porque nunca estuvo lastimado. Es que en su estado tendría que estarlo. ¡No lo pueden creer!”
La cuestión es que este muchachito en su silla de ruedas va dos veces a la semana a hacer fisioterapia a la ONG que lidera Selva, es querido por todos quienes se acercan a él, sabe hacerse entender con sus enormes y chispeantes ojos negros y se constituye en un verdadero ejemplo de vida.
Luis no necesita de la compasión de nadie; sí que el prójimo lo ayude y dé su amor, porque el de sus padres y hermanos, el de su muy linda familia ya lo tiene bien asegurado y, ni qué decir, merecido.
SOLUCION POSIBLE
Solución posible
El caso de la familia González-Medina y más concretamente de Luis, ha sido planteado un par de veces en la Junta Departamental. En primera instancia lo hicieron en conjunto un ex edil frenteamplista, Walter Caraballo, y un nacionalista, Robert Pintos. Luego lo expuso y lleva adelante el edil nacionalista Julio Tregarthen, en cuya moción reclamó que la Intendencia le consiguiera una casa, incluso señalando cuatro inmuebles con sus respectivos padrones, que tiene alquiladas en la ciudad, por lo que entiende que la solución es posible.
En este momento el tema está radicado en la Comisión de Promoción Social.
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