Paysandú, Viernes 01 de Mayo de 2009
Locales | 24 Abr Sus rasgos faciales no dejan dudas de sus antepasados indígenas. Como tal, pronunció muy pocas palabras , las suficientes como para entender que no quería ser entrevistado, argumentando cierto acoso por los medios de comunicación.
Con un simple apretón de manos como gesto de cortesía, se limitó a decir: “disculpe, pero he sido entrevistado miles de veces y estoy algo cansado de todo lo que se ha dicho sobre mi raza. Espero me sepa entender, pero ya no sirvo para estas cosas”. Surgió entonces una pequeña mueca, que simuló una tímida sonrisa.
Solo accedió a un par de fotografías y en compañía de Roberto Cáceres, integrante del grupo Guyunusa de Tacuarembó.
Mientras, otros turistas esperaban impacientes por obtener su propio registro junto al personaje. Seguramente y entre la multitud presente frente al memorial Charrúa –en las costas del arroyo Salsipuedes– resultaría difícil decirle a todos que no.
Delgado y una altura próxima al metro setenta y cinco, de cutis trigueño y cabello negro azabache con algunas canas, ojos hundidos y mirada profunda, Bernardino García Lemos tiene sesenta y siete años y vive en Tacuarembó. Es nieto de Abelino Lino García, quien fuera uno de los hijos del cacique charrúa Cepé. El cacique tuvo dos hijos, Lino y Santana.
“La comunidad charrúa en nuestro país ha tenido ciertas dificultades para poner estos temas en la opinión pública uruguaya. Se han hecho muchos estudios arqueológicos y hay historiadores que han publicado cientos de trabajos en los que están comprobados los procesos históricos sobre la vida de los charrúas en nuestro país. Los que a su vez han tenido sesgos político partidarios que con el paso del tiempo se fueron acentuando”, dijo Roberto Cáceres, integrante del grupo Guyunusa.
“La Facultad de Ciencias efectuó otros trabajos, pero hay mucha resistencia en la parte pública. La enseñanza está con un gran ‘debe’ frente a estos temas del proceso histórico nacional. Existe un miedo ancestral que quedó luego de las matanzas. Porque si vos decías que eras descendiente de indígenas, podías estar en problemas. Hay casos puntuales de descendientes que asumen la sangre, otros que no. Es el miedo ancestral que perdura hasta nuestros días”, reflexionó Cáceres. El periodismo deportivo uruguayo ha tenido mucho que ver en desvirtuar la imagen del indio charrúa. Hablar de la garra charrúa refiriendo a una fuerza poco explicable ante ciertos resultados. Cáceres fue muy crítico al decir que “evocamos mucho la garra charrúa pero, está desvirtuado el concepto. El mismo sistema político se ha encargado de separar la política de la historia, porque por muchos años los historiadores han estado al servicio de los partidos políticos”. Añadió que “el gobierno podría revitalizar este tipo de encuentros. Se destinan muchos recursos a cosas tan banales, y como no es una cosa que te genere votos, no le dan la debida importancia”.
“Hoy en día con la pérdida de valores que hay, debemos afianzar estas expresiones, que no son copiadas de nada ni de nadie. A mi me da no sé que, cuando se festeja –por ejemplo– la noche de Halloween. Es increíble, porque tenemos cosas autóctonas que fortalecen nuestra identidad como pueblo, con acontecimientos verdaderamente nuestros. Pero, dentro de la adversidad y de a poco, se van abriendo puertas. Es una gota de agua que va socavando el granito hasta desgastarlo”.
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