Paysandú, Viernes 08 de Mayo de 2009
Locales | 03 May (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos) La gripe porcina avanza sin pausa, convirtiendo en sospechoso a todo aquel que estornude y muy especialmente a los mexicanos o quienes hayan viajado a México. Los casos en Estados Unidos suman poco menos de 200 y en México duplican esa cantidad.
El 1º de Mayo volvió a ser recordado por la comunidad latina en Estados Unidos, que desde 2006 ha tomado la fecha para realizar manifestaciones en demanda de una reforma migratoria. Este año, el temor por la gripe porcina hizo que el número de manifestantes fuera sensiblemente menor, pero el clamor sigue siendo el mismo. Hay millones de personas que luchan por salir de la oscuridad, por ser totalmente reconocidos por esta sociedad que los usa para trabajos que el resto no quiere hacer. O los considera bienvenidos cuando de venderles productos o servicios se trata, pero que les sigue dando la espalda, discriminándolos por ser indocumentados, cuando si en esa condición se encontraran por decisión propia, cuando viven esta situación porque así lo quieren las autoridades.
Hace pocos días, el conductor de un show radial de Boston calificó como sucios, salvajes y sin educación, como habituales portadores de enfermedades venéreas y como difusores de la gripe porcina a los mexicanos.
Jay Severin, el periodista, fue rápidamente quitado del aire y “suspendido indefinidamente” en tanto la empresa propietaria de la emisora emitió un comunicado en que rechazó su actitud. Pero aunque la reacción empresarial fue rápida y contundente, los comentarios del conductor de radio simplemente expusieron uno de los temores de la sociedad estadounidense, tan vulnerable a cualquier amenaza o posible amenaza. Dejaron en claro que mientras muchos estadounidenses se expresan abiertamente a favor de una reforma migratoria, en realidad, no pueden resolver en el fondo de su alma el dilema de qué clase de ciudadanos podrían ser los hispanos. Y temen encontrar la respuesta.
En las manifestaciones del 1º de mayo participaron muchos grupos que representan a los inmigrantes, que aunque en menor número marcharon incluso bajo lluvia. Pero también participaron sindicalistas, grupos vecinales, contra la guerra, socialistas, gays y lesbianas, entre otros. Esto es, aquellos sectores que por una u otra razón sufren la discriminación, se ven expulsados a la orilla de la sociedad, unieron fuerzas y voces. Hace pocos días reclamaron una reforma migratoria. Mañana lucharán por el retorno inmediato de las tropas en Irak o el derecho al casamiento de dos personas del mismo sexo. El poder de las minorías es obvio, especialmente cuando se unen. Seguramente en un par de décadas, cuando ya la cuestión migratoria haya sido solucionada, estas marchas serán recordadas como el movimiento social que nuevamente transformó a la sociedad estadounidense, que una y otra vez -a lo largo de su historia- se resiste a cualquier transformación, aunque estas son las que hacen avanzar a la nación.
Por otro lado, Barack Obama presentó su informe a 100 días de asumir el poder, indicando que el país avanza pese a las dificultades que su administración ha debido afrontar. Expresó que la reforma migratoria sigue su proceso y que en realidad sus críticos lo acusan de “haber hecho demasiado”.
El informe del Presidente duró apenas unos minutos y posteriormente respondió a preguntas de varios de los principales periodistas de este país, que lo cuestionaron libremente sobre las más diversas cuestiones.
Esa fue una notoria diferencia con los análisis de resultados de gestión de gobierno que se han hecho últimamente en el paisito, donde abundan banderas partidarias, consignas vacías y donde parece estar “prohibido” preguntar, cuestionar sobre lo realizado, tal y como si de una república bananera se tratara.
En esta, la aun más poderosa nación del planeta, el presidente se somete al cuestionamiento serio y responsable del periodismo. En Uruguay, todo queda en el discurso. Y más allá de los 100 días de gobierno de Obama y de la gripe porcina, la peor noticia de estos días ha sido la bancarrota de Chrysler LLC, que se espera venda la mayoría de sus activos a la italiana Fiat Group SpA, aunque la quebrada firma aún debe entenderse con sus acreedores privados, quienes se niegan a condonar los miles de millones adeudados al precio que desea pagar el gobierno.
Ocho plantas directamente serán cerradas y no vendidas, lo que afectará a 4.800 personas que trabajan en ellas, aunque probablemente se les ofrezca empleo en otras plantas Chrysler. De todas formas, es un duro golpe a la economía estadounidense, orgullosa tanto de sus empresas automovilísticas de Detroit, como de sus bancos y sus emporios de comida rápida. La Chrysler, para sobrevivir al proceso de bancarrota y poder acordar una venta, necesitará 4.500 millones de dólares que, una vez más, saldrán de los contribuyentes gringos. Y la cantidad podría trepar a 8.000 millones de dólares.
Chrysler, la tercera empresa automotriz del país, confía vender sus activos a la Fiat pero claramente perderá capacidad de producción, activos y trabajadores, lo que sin dudas repercutirá en su posición en el mercado.
La actualidad es como siempre vertiginosa. Los anuncios de las grandes tiendas por departamento se enfocan en el cercano Día de la Madre. Es que, hasta donde se ha podido determinar, la gripe porcina, que ha dominando las noticias, no ha provocado cambios en la conducta de sus clientes. Al menos hasta que alguien estornude.
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