Opinion | 05 May En las últimas horas el ministro de Industria y Energía, Daniel Martínez, ha repetido que la situación de sequía que se vive es dramática y pone al país en serios problemas en lo que respecta al abastecimiento energético. Algo similar dijo el director nacional de Energía, Ramón Méndez, quien calificó de “catastrófica” la situación hidroeléctrica. No había que ser adivino para llegar a tales diagnósticos, ya que desde principios de año los pronósticos meteorológicos de más largo plazo daban cuenta de la prolongación de la situación de sequía que vive la región.
La dependencia de nuestro sistema de generación energética del régimen de lluvias es conocida por todos y se aprende ya en la escuela. Son las represas las que realizan el principal aporte en este sentido. Entonces, si no llueve los caudales disminuyen y la posibilidad de generación de energía se reduce drásticamente. Es lo que está pasando ahora en Salto Grande, donde la central hidroeléctrica recibe la décima parte del caudal medio (que es de 4.622 metros cúbicos por segundo) y solo puede trabajar con dos de las 14 turbinas existentes. Por otra parte, previendo que la situación del invierno no será nada fácil, las autoridades están tratando de utilizar lo menos posible las represas, para permitir la acumulación de agua en sus embalses. Así, estarán en mejores condiciones cuando la situación sea más acuciante, ya que si no llueve lo necesario tampoco los países vecinos podrán vendernos la energía que necesitamos el próximo invierno, cuando aumente el consumo eléctrico debido al incremento de la demanda domiciliaria.
De esta manera, una vez más dependemos totalmente de lo que decida el cielo, porque si bien el gobierno ha instrumentado en los últimos años algunas medidas para favorecer la generación de energías alternativas, son insuficientes aún para paliar situaciones como la actual y lo serán por varios años más.
Así que seguimos dependiendo del tiempo y con amenaza de apagones. Por si fuera poco, el tiempo perdido por sucesivos gobiernos para buscar soluciones y la lentitud natural de las que se han tomado últimamente --porque tampoco es cierto que se pueden crear mágicamente fuentes de energía--, seguramente hará que nuevamente seamos los consumidores quienes paguemos los platos rotos, ya sea a través del aumento de tarifas o los cortes programados. ¿Hasta cuándo? ¿Qué propuestas concretas tienen los candidatos a presidente para este importante y recurrente tema? Poco y nada se ha escuchado.