Paysandú, Lunes 11 de Mayo de 2009
Rurales | 07 May Se afirma que la Humanidad aprovecha solo el 10% de los descubrimientos o inventos del hombre. Lo demás es olvidado, rechazado o archivado y nuevas noticias sepultan las anteriores. Este tema o tecnología del pastoreo rotativo es uno de ellos. En medio de esta crisis forrajera --mayo 2009-- el amigo Delicio Blanc removió dicho tema diciéndome: “Dos gringos nos enseñan que se deberían manejar las pasturas de nuestros campos en forma distinta, más inteligente, con buen resultado económico, eficiente en su rendimiento y con infinita mayor resistencia del pastoreo frente a largas sequías. Ese sistema aquí lo aplican solo las lecherías, pero los hacendados --salvo excepciones-- no le dieron pelota. Ahora, así están ellos y así está el país, con hambre forrajera a la entrada del invierno y pidiendo comida al Ministerio (¡!) por no haberlos escuchado”. Esas fueron sus palabras.
Los “gringos” a los que refería fueron nada menos que el productor chileno Arno Klocker y el neocelandés Mac Meekan, director de Ruakura. Fue invitado por el Ministerio de Ganadería, dos veces, en 1951 y 1953. Dio una brillante conferencia ante nutrida asistencia de ganaderos, publicada en la Revista de la Asociación Rural de ese año (1). Klocker dio su conferencia espectacular en sala de la Bolsa de Comercio en Montevideo, en 1965 y tuve la gran fortuna de asistir a ella. Enseñó con pasión sus triunfos con el pastoreo rotativo, después de fundirse con años de agricultura cerealera (igual que Nilo Romero).
Las recomendaciones de ambos fueron cuatro: 1º) Fraccionar intensamente los campos, 2º) fertilizar con fosfatos, 3º) incluir leguminosas --las praderas-- y 4º) crear las indispensables reservas forrajeras a base de silos y fardos.
Los ganaderos adelantados de siempre (pocos numéricamente) optaron por la fertilización y las praderas, y muchísimos menos, iniciaron las reservas de forraje. Pero lo fundamental: el fraccionamiento con el eléctrico y la rotación o pastoreo rotativo, entraron en el rechazo o el olvido en las grandes y pequeñas estancias, pues nuestro nivel cultural ganadero no podía comprender ni aceptar todavía, la esencia de ese fraccionamiento y pastoreos “complicados”, tan acostumbrados a los enormes potreros y aguadas naturales, todo tan sencillo, con personal gaucho.
Pero hoy, 2009, todo cambió, comenzando por el drama del clima, que exige un cambio drástico en el criterio de los timoneles ganaderos, para también cambiar la estrategia nutricional de sus cientos o miles de cabezas, frente a próximos lustros y décadas de impredecibles climas, demasiado severos por sus extremos. Con respecto a este tema debo contar que hace años --quizás 40-- un joven ingeniero agrónomo, Severino Pereira, acompañado por el ingeniero Américo, administró en Paysandú campos de basalto superficial de su familia, en zona del Queguay, sobe la Ruta 26. Decidido a no ser otro productor más “del montón” e influenciado por su amigo el ingeniero agrónomo Daniel Durán sobre los grandes beneficios del pastoreo rotativo, visitó por siete veces en Bagé, Río Grande, al experimentado maestro en esa técnica, el ingeniero Nilo Romero. La causa de tantos viajes era verificar el comportamiento de los pastos sometidos a dicho manejo, a pesar de los agudos apremios del clima seco o muy frío, tan similar y difícil como el nuestro.
Convencido de que ese era el camino a seguir, comenzó a aplicar ese sistema del pastoreo rotativo en una fracción de 2.400 hectáreas de sus tierras del Queguay, y a fraccionarlas con el eléctrico, a partir de los alambrados fijos, en piquetes de alrededor de 50 hectáreas y aún menos, según fuera el suelo superficial o profundo.
Instaló praderas de trébol con siembras sin herbicidas, sólo con disqueadas muy superficiales para controlar el pasto. Respetando los meses de su semillado llegó a conservarlas hasta 15 años según cuenta en sus memorias. Recuerda que en campos de las cuchillas, algo fertilizados pero manejados por el pastoreo rotativo, volvieron a aparecer leguminosas como la babosita (Adesmia) y el trébol polimorfo, desaparecidos por el recargo de los Merino.
El Grupo CREA al cual pertenecía, aprobaba sus nuevas iniciativas, estimulándolo a ampliarlos en una creciente escala, a efectos de cotejar resultados. Finalmente, éstos fueron positivos, colmando sus aspiraciones de divulgarlos y crear un ejemplo de tecnología pastoril para la zona, con grandes beneficios y esencialmente para el país, que lo sentía como un fuerte compromiso patriótico, pensando siempre en su altísima difusión nacional. Lamentablemente no sucedió así, pues triunfó el trillo de la tradición en las mentes camperas.
La fertilización de aquellos campos, con la concentración de bosta y orines consecuencia del pastoreo rotativo, fue notable. Hoy el ingeniero Pereira, ya retirado, nos acompaña a pocos kilómetros de esta ciudad, en su campo de 50 hectáreas, por supuesto con un pastoreo rotativo que es una verdadera escuela para sus visitantes, especialmente los incrédulos de sus bondades.
Para terminar diré que existen varias leyes agronómicas (analizadas por Andrés Voisin, creador del sistema) que respaldan y justifican esta tecnología del manejo del pasto y una de las principales es que un pasto consumido por el animal, no debe ser vuelto a comer, después de su rebrote, pocos días después.
Otra: En todo piquete o parcela que fue comida, el pasto debe conservar una altura de 6 a 8 centímetros para rebrotar con vigor en el descanso que le sigue.
Una ventaja esencial que no es ley, pero sí una realidad permanente, es la protección que el pasto de los piquetes otorga al campo así manejado, de los ataques del Sol, del viento secante y de las heladas, comparados con los campos casi desnudos de pasto, en los pastoreos continuos que vemos en todo el país.
Las opiniones agronómicas están divididas. Sin embargo, el ingeniero agrónomo Nilo Romero con sus 86 años, usufructúa del pastoreo rotativo desde 1963 en su finca, últimamente solo en base a sus pastos nativos, a los que henifica en gran medida en primavera. Con ellos y a razón de 1 a 2 rollos de 500 kilos a cada vacuno adulto, los suplementa en invierno, evitando enflaquecimientos de los clásicos 40 o 50 kilos de grasa, ¡que tanto costó acumular... y volver a formarlos! Hoy atiende el campo de su esposa de 3.200 hectáreas con pastoreo rotativo y solo para recría de terneros dedica 1.500 Hás. Además, siempre recibe visitas nacionales y extranjeras para difundir el sistema, con todo altruismo.
Muy lamentablemente, lo que no se enseña en nuestras facultades, no es aceptado por los profesionales que salen de ellas y aquí está la explicación del porqué de la no difusión de esta simple técnica de manejo del pasto, con demostraciones prácticas a los productores a cargo del Plan Agropecuario y de INIA La Estanzuela, que debieron iniciarlas hace varias décadas, con incalculables beneficios para el país.
Hay rumores de que lo están pensando... ¡Albricias!
Livio Dutto, médico veterinario rural.
(1) La conferencia íntegra de McMeekan fue publicada en mi obra “Las pasturas enriquecidas por la Naturaleza”, en 2005 por la Editorial Hemisferio Sur, Buenos Aires 335, Montevideo.
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