Paysandú, Martes 12 de Mayo de 2009

Especulaciones en la Argentina

Opinion | 06 May La situación en la República Argentina es objeto de especulaciones de los analistas de ese país y los internacionales que siguen de cerca la situación, desprovistos de la influencia de un oficialismo que al influjo del matrimonio Kirchner intenta manejar los piolines y descalificar a los críticos de su gestión con el objetivo de disimular los alcances de un contexto socioeconómico muy comprometido a causa de políticas populistas, que no tienen sustento.
Y precisamente la decisión del gobierno de adelantar para fines de junio las elecciones de diputados y senadores de octubre, se inscribe en ese trasfondo económico que resulta imposible de sostener mucho más, por lo que se trata de que los tiempos electorales vengan antes de que la cosa pase a mayores.
El deterioro de la economía es un factor clave en la intención de voto en cualquier país, y el costo político en octubre seguramente sería mucho mayor que el que se manifieste a fines de junio, cuando todavía es posible salvar la ropa a la espera de mejores tiempos, con la esperanza de revertir el incipiente panorama recesivo en la vecina orilla.
A la Administración Kirchner, bueno, más precisamente a la Argentina, no le va a salir barato aguantar las cosas durante otros dos meses, y el todavía alto nivel de reservas internacionales del Banco Central puede permitir transitar sin mayores sobresaltos el camino hasta el último domingo de junio.
Claro que agotar reservas no es una buena receta, aunque pueda parecer la mejor para quien apunta a permanecer en el poder, y un costo menor cuando considera que estar al frente del gobierno es lo mejor que le puede pasar al país, como suele ocurrir con quienes no aceptan otro razonamiento que no sea el propio.
Pero en la segunda mitad de este poco alentador 2009 la Argentina deberá afrontar un choque externo negativo muy fuerte, y sin disponer de reservas que le permitan aliviar la carga del ajuste que inevitablemente deberá venir para que no crezca el déficit fiscal. Es claro que el problema argentino se plantea a partir de la aplicación de políticas populistas que entre otros aspectos han planteado un sistema de subsidios que apunta a disfrazar precios de producción de bienes y servicios y de la energía, entre otras áreas en las que se procura abatir los costos del presupuesto familiar. Pero como en economía no hay milagros, y solo leyes que deben cumplirse en un sentido o en otro, las autoridades se han encontrado con que no es posible seguir sacándoles recursos a los mismos de siempre cuando las coyunturas no sean favorables. De ahí que los productores agrícolas se hayan rebelado en su momento contra el fallido intento de aumentar las detracciones a las exportaciones, que implicaba ribetes confiscatorios, por más que se beneficien con subsidios en la energía y otros insumos.
Es que cuando llegan las circunstancias complicadas y se pretende vulnerar el equilibrio entre los subsidios, en esa delicada trama afloran agujeros y resulta harto difícil disimular la mentira de los precios disfrazados y la imposición de la transferencia de recursos de un sector a otro por razones de política interna. En fin, debe empezarse por revelar al ciudadano común y a los directamente perjudicados a quién se saca y para qué, y si realmente vale la pena instaurar todo un sistema de beneficios cruzados que al final termina perjudicando a todos, sobre todo a quienes se dice querer beneficiar, porque no hay ilusiones que puedan sostenerse para siempre.
Tras las elecciones adelantadas, una señal de seriedad de Cristina Fernández sería empezar a sincerar la economía, aunque pierda algún caudal político al principio, y para ello no puede dejar de lado un ajuste fiscal que permita al menos limitar el gran desfasaje entre el gasto público y los ingresos genuinos del Estado.
Y sincerarse no solo en el enunciado, sino transmitiendo la realidad de los datos que toquetea el gobierno, como la inflación, índice de empleo y de actividad económica, entre otros parámetros por los que se intenta transmitir otra realidad en busca de mejores expectativas de los agentes económicos, y naturalmente siempre con fines electorales.
La experiencia indica que difícilmente el gobierno populista se baje del caballo, y que posiblemente buscará, como hace siempre, alguien a quien culpar, ya sea dentro como de fuera del país, para no romper con una regla que hasta ahora solo ha significado patear la pelota para adelante, para ver qué pasa.


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