HISTORIA: 1864

Locales | 12 May Continúa la viuda de González relatando sus experiencias durante la Defensa de Paysandú comentando: “Con no poca alegría, pues, mi hermana se trasladó acompañada por ambos jefes a la ‘azotea del general Gómez’, edificio que quedaba en las afueras de la ciudad, sobre la cuchilla, en donde se había alojado al numeroso grupo de prisioneros, entre los cuales se encontraban mis hermanos y mi cuñado, el esposo de Rosa. Cuando se hizo abrir la puerta de la pieza en donde se encontraban asegurados los prisioneros, Flores les hizo presente que quedaban en libertad; y a pedido de sus demás compañeros de infortunio, Torcuato pronunció algunas palabras agradeciendo la gracia que se les dispensaba, terminando todos por dar un viva”.
-- “¿A quién?”
-- “A Flores”.
RETORNANDO AL HOGAR
--“¿Su hermana volvió a hablar con el general Flores?”.
--“Es verdad. Después de la libertad de los prisioneros y en tal oportunidad aquel pidió a Rosa que fuéramos a vivir a nuestra casa de la plaza, que había sido abandonada antes del primer bombardeo, con el fin --le dijo-- de que las familias, tomando su actitud como ejemplo, volvieran con tranquilidad a sus hogares; y muy especialmente las que se encontraban alojadas tan malamente, en una isla de las proximidades de Paysandú, que desde entonces quedó bautizada con el nombre de Isla de la Caridad”.
-- “¿Cómo encontraron su casa señora?”
-- “Poco menos que en escombros. ¿Vé este piano que está aquí? Pues este fue víctima también del bombardeo. Cuando lo encontramos estaba cubierto de escombros”.
“Y entonces fue que observamos un hermoso piano de cola, de los de mayor formato, con incrustaciones de bronce, que, no obstante sus muchos años y la sacudida que tuvo que soportar en Paysandú, sirve con toda eficacia a la tercera generación de nuestra distinguida reporteada”.