Paysandú, Lunes 18 de Mayo de 2009

ESCRIBE LIVIO DUTTO, MÉDICO VETERINARIO RURAL

El entore de vaquillonas en primavera

Rurales | 18 May Estamos a principios del invierno de 2009 y es obvio que el productor necesitará el máximo de terneros para compensar las enormes pérdidas por el hambre producto de la sequía. Es el momento de dar el máximo estado o kilos de peso a estas hembras tan jóvenes, con aproximados 18  meses de edad y dentadura incompleta. Siempre se puede  o es posible  (1 y 2).
Debe ponerse  cuidado en la sanidad (libre de parásitos) y en una excelente nutrición con base de pastos (la nutrición más económica  y menos complicada) o sea verdeos, más los esenciales fardos o ensilajes. 
Recuerdo la impactante fotografía que tomé en una mediana estancia de 1.400 hectáreas en San José, en  pleno invierno, de un gran lote de terneras Hereford en espléndido estado, entre las que solo algunas estaban displicentemente comiendo fardos, mientras las compañeras, ya satisfechas con ese forraje, comían en el  mismo pastoreo.
Esto es lo  ideal para, un año después,  entorarlas con 1 año y medio o con 2, con el máximo porcentaje de preñez y energías en el parto. Hay un motivo  importante para eso:  es para conseguir no el mínimo peso de 270 kilos para el servicio de octubre o noviembre, sino muchos más, los 300 kilos, porque ese mayor peso tendrá una enorme influencia no solo en el porcentaje de la  primera preñez, sino para una máxima preñez en su segundo servicio un año después, en estas Hereford o en cualquier raza de carne.
Deseo mencionar los trabajos  efectuados con ese tema por el ingeniero agrónomo Piva Lobato en Río Grande del Sur, con 3 lotes de vaquillonas Hereford, con 3 pesos diferentes al servicio, en la misma fecha y con diferentes kilajes.
LA INVESTIGACIÓN
A continuación, el resultado de su investigación. Las vaquillonas, pesadas después del primer parto, alcanzaron 300, 340 y 355  kilos, y en la segunda   preñez consiguieron el  33, 55 y 85%  respectivamente. Entonces es evidente que un generoso manejo nutricional en el  primer invierno cuando terneras, y especialmente en el segundo invierno de su vida,  más una buena sanidad parasitaria desde el destete, es la clave para que esos tiernos vientres, con dentadura incompleta no solo no rebajen de peso sino que aumenten unos kilos,  mediante su desarrollo y una discreta reserva de grasa o energía.
La alimentación básica en base a pasturas naturales (para sobreaños con 2 dientes) exige varias situaciones, a saber: altura del pasto no menor a  8 centímetros desde mayo, ausencia absoluta de ovinos en su potrero,  y abrigos forestales, que representan ahorro de calorías, debido a pérdidas por ventiscas y temporales.
Las praderas, ese sueño de los productores, inyectan vitalidad en su desarrollo, aunque su paso por ellas sea limitado a unas tres semanas en el largo invierno. 
Desde principios de marzo es el momento de reservar el potrero para las vaquillonas de sobreaño, y no machetear los suplementos de fardos o silajes, para alcanzar en el tiempo la máxima preñez en el primer y especialmente en el segundo entore.
El evidente cambio del clima impone también un cambio en la estrategia nutricional de la cría, no solo para  amortiguar sus efectos sino para contrarestar esas desavenencias con las pasturas naturales.
Se puede o es posible: (1) Dos casos concretos:  sorgo forrajero sembrado con los únicos  38 milímetros que llovió en diciembre y casi sin agua en los 60 días siguientes, beneficiado con lluvias desde el 1º de febrero.  Fue curado contra la tucura.  Son tierras del cristalino medio,  con fertilidad  desarrollada  por el Lotus Rincón durante 15 años. Alcanzó 2  metros de alto, prometiendo 40.000 kilos por hectárea de forraje picado para silo. (Estancia “La Mariscala”, Cerro Colorado, Florida). La foto fue publicada en el Suplemento Agropecuario “El País”, marzo 2009.
(2) Avena sembrada en febrero, en predio de Néstor Damiano, en Canelones, a 52 kilómetros de San Ramón.
El 19 de abril de 2009 fue cortada para silo pack.
   Quienes no se complican  con los costos y trabajos que representan las distintas reservas de forrajes, están expuestos a las miserias ganaderas del clima tradicional del país  --con atrasos en desarrollo, en la preñez  y muertes-- más las  amargas sorpresas del cambio climático, que recién comienza... Supuestamente, con las pérdidas nacionales a la vista.


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