PASO DE LA CRUZ

Locales | 15 May Una cortina de polvo dificulta, en forma casi permanente, la visibilidad. El tránsito pesado que cruza intensamente por el camino vecinal que conecta la ruta 25 con Paso de la Cruz, transforma al trazado en un circuito relativamente riesgoso. Las pesadas cargas de rollos de madera devoran kilómetros vorazmente y, si no se presta debida atención, se puede pasar por el lugar sin advertir que a unos nueve kilómetros existe un centro poblado.
Paso de la Cruz cuenta con unos seiscientos habitantes. En marzo se inauguró el segundo plan del Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir), con un total de cuarenta y tres viviendas, más tres núcleos productivos. La zona es de producción netamente forestal, con algunos emprendimientos lecheros, aunque en algunos campos se planta soja, trigo y girasol. Don Esteban es uno de los establecimientos más grandes. El centro poblado cuenta con comisaría, policlínica, Centro de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF), servicios de agua potable, escuela, oficinas de Correos y el Centro Comunal, donde funciona la junta local dependiente de la Intendencia de Río Negro.
El nivel socio económico y educativo cultural de los pobladores es medio bajo. De acuerdo a un trabajo realizado por la Escuela 22 de la localidad, se detectó que existe un alto porcentaje de habitantes que no tiene primaria terminada. El sondeo reveló una franja etárea, que va de los dieciséis a los veinticinco años, que no culminó la escuela primaria. Existen intenciones de programar, desde el propio establecimiento escolar y a través del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), un plan que les permita juntarlos en el proyecto “En el país de Varela yo sí puedo”. “No es una tarea fácil”, comentó Nadia Silva, que desde hace diez años es maestra directora en la Escuela 22. “Tenemos que juntar un mínimo de diez personas para poder formar las clases y por ahora solo hay cuatro dispuestos a comenzar. La gente mayor es un poco reacia y tiene ciertos temores”, agregó.
El futuro no promete a los jóvenes más que algún trabajo en la forestación o en los tambos. Hace unas dos semanas se formó la Mesa de Convivencia, integrada por varias instituciones locales y dependiente del Ministerio del Interior, que intenta revertir la situación y estimular a los jóvenes, ofreciéndoles otras cosas que contribuyan a su desarrollo personal.
Una breve recorrida por el pueblo permitió detectar parte de la problemática de los jóvenes, entre los que se han instalado algunos vicios que conspiran contra sus proyectos de vida. El escenario presenta muchas madres solas, jefas de hogar con muchos hijos que en la mayoría de los casos no son atendidos debidamente, ya que sus progenitoras trabajan muchas horas al día en las forestales de la zona. El rompecabezas incluye mucho embarazo adolescente. En algunos casos el consumo de alcohol y otras drogas nublan los sueños y destrozan los entornos familiares. A la Escuela 22 concurren 108 alumnos y otros 30 cursan séptimo, octavo y noveno. En ambos casos con alta deserción.
El nombre del centro poblado refiere a que cierto día una persona que arriaba tropas por el arroyo Don Esteban se ahogó y sus familiares erigieron una cruz en su memoria. Originalmente el pueblo se dividía en dos partes: una conocida como villa Borges y otra, hacia el final del pueblo, como villa María. Parcelas que fueron donadas por dos familias del lugar.
Por los rincones del pueblo aún retumban los recuerdos de viejas escaramuzas futboleras, que rescatan en la memoria colectiva un pasado en que cobra vida el Atlético Defensor de Paso de la Cruz, primer campeón de la Liga Agraria de Fútbol de Río Negro.
Cuando las primeras sombras se recortaban y culminábamos con nuestra visita tomando las últimas fotografías del lugar, un vecino se nos acercó para invitarnos con un par de humeantes tortas fritas, en una sana costumbre propia de los habitantes del territorio rural. Gestos que nos hacen sentir verdaderamente como en nuestro propio hogar.