Paysandú, Jueves 21 de Mayo de 2009
Opinion | 21 May La reciente inauguración en Tacuarembó de la planta de fabricación de tableros de la empresa de capitales chilenos Urupanel, y el anuncio de la primera exportación hacia Brasil de una partida de este material, revela que por encima de las situaciones coyunturales, las apuestas de mediano y largo plazo trascienden lo episódico para enmarcarse en el desarrollo sustentable que necesita el país.
Y si hay un área en la que los capitales de riesgo tienen un retorno a largo plazo esa es precisamente la de la madera, desde que entre la implantación de los bosques hasta su producción industrial transcurren por lo menos dos décadas, lo que significa que durante gran parte de ese tiempo los capitales permanecen inmovilizados y debe encararse una inversión sostenida sin retorno.
En el caso de la planta de tableros, en medio de una crisis financiera mundial que implica dificultades de crédito, dio continuidad a un proyecto que está ejecutando desde hace tiempo y que comienza a producir en un momento adverso de la economía mundial.
Ello no obsta para que igualmente sobre fines de este mes o principios de junio salga hacia Brasil la primera partida de tableros MDF, construidos a partir de fibras de madera y resinas sintéticas procesadas con vapor a alta presión, lo que permite a la vez aprovechar los desechos de contrachapados y por lo tanto cerrando el circuito industrial.
En la vecina nación norteña, los tableros serán utilizados para la fabricación de muebles, que Brasil construye a gran escala y exporta a la región a precios muy competitivos, por lo que es de rigor pensar en la concreción de empresas similares en esta zona.
Es que precisamente la disponibilidad de materia prima es el detonante de las inversiones que rodean a la madera en todas partes del mundo, empezando por los aserraderos, siguiendo por las chipeadoras, las plantas de celulosa, los contrachapados y los tableros, para seguir luego con carpintería de obra y mueblería.
En todos los casos, en mayor o menor medida estamos ante la incorporación de valor agregado que redunda en la creación de fuentes de empleo e infraestructura de apoyo, con un alto factor multiplicador, como ha quedado demostrado plenamente en las áreas de las explotaciones forestales que han potenciado localidades otrora en decadencia y que han incrementado sustancialmente su población, servicios de apoyo, aportes edilicios y vialidad, entre otros aspectos.
Como en toda iniciativa de riesgo, las coyunturas influyen en cuanto a la mayor o menor dinámica del momento, lo que a la vez repercute temporalmente en el área de influencia, pero sin por ello afectar el núcleo duro de la inversión y consecuentemente mucho menos el futuro promisorio del proyecto, lo que explica que en esta encrucijada la empresa chilena haya seguido adelante con la idea. Y por cierto que tampoco le ha sido fácil, si se tiene en cuenta que por efectos de la crisis se paralizó la salida de contrachapados, al punto que en marzo los depósitos estaban al tope, sin salida hacia los mercados, que dejaron de comprar.
Pero tras un primer reacomodamiento, algo ha empezado a salir y las compras brasileñas de tableros dan la pauta de que hay mercados posibles y que es preciso contar con reservas en capacidad de procesamiento y disponibilidad de materia prima para atender la demanda del mercado internacional tan pronto este escenario muestre signos de reversión.
Esta es al fin y al cabo la esencia de las apuestas a mediano y largo plazo, para lo que es preciso contar con objetivos claros, convencimiento de que se está en el rumbo cierto y naturalmente capital de riesgo para sostenerse mientras duren los contratiempos y estar mejor perfilado para cuando la rueda eche nuevamente a andar.
Lo explica en estos términos el gerente general de Urupanel, Rodrigo Correa, cuando expresa que de a poco la crisis se va alejando del sector y que “fue un riesgo importante, pero apostamos a quedarnos y seguir produciendo y por eso contratamos hace más de un año al personal para la planta”.
Estos avatares forman parte de los acometimientos que están indisolublemente ligados a la suerte del país, a cuenta y riesgo de quien afronta el desafío, en las antípodas precisamente de proyectos como los de Ancap - ALUR en Bella Unión, que continúa a cualquier costo y sin importar las pérdidas, porque al fin y al cabo todos los uruguayos vamos a tener que sacar plata de nuestros bolsillos para enmendar los números en rojo.
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