Opinion | 21 May Nuevamente los contenidos de la televisión están dando que hablar. En realidad, el debate sobre el contenido y el “qué nos llega” es mucho más antiguo de lo que pensamos. Ahora, autoridades del Ministerio de Educación y Cultura informaron que en cuestión de un mes quedaría terminada la redacción de un proyecto de ley de contenidos para asegurar la diversidad y mayor presencia de la producción nacional en los medios.
Medios de prensa capitalinos informaron que en el caso de la televisión abierta, se estudian medidas como la “cuota pantalla” e impuestos a “enlatados” aunque el director nacional de Cultura, Hugo Achúgar, dijo que no hay nada decidido respecto a impuestos a la programación extranjera. Indicó sí que este proyecto tiene como objetivo facilitar el acceso de los productos culturales a los medios masivos y estimular así la producción nacional.
Según la ministra María Simón el proyecto comprenderá contenidos culturales en general, tales como música, televisión, cine, teatro, editoriales y danza, los que deben estar contemplados en los medios masivos de comunicación.
“La producción nacional no está valorada y la ley del Fondo Nacional de Música podría ser un modelo a seguir en otros campos de la cultura”, dijo Simón en declaraciones publicadas por Ultimas Noticias. En el mismo sentido, afirmó que se están discutiendo los criterios que debería establecer la futura norma, entre los que se han sugerido “el tiempo de exposición y el horario en el que debería permanecer la producción nacional en los medios, aportes por parte de la producción extranjera y, a su vez, la promoción de los contenidos nacionales en su sentido más amplio”.
El anterior director nacional de Cultura, Luis Mardones, había levantado polvareda el año pasado cuando planteó la necesidad de lograr un equilibrio entre programas de entretenimiento y educativos, y consideró oportuna la creación de un marco regulatorio que no caiga en la censura, pero que a través de mecanismos fiscales oficie como disuasivo para los canales afirmando que la “televisión chatarra debería tener mayor carga impositiva”.
Hay quienes dicen que la televisión debe informar, entretener y formar a los espectadores. Pero los picos de audiencia que logran programas que muchos podrían calificar de realmente malos, plantea la interrogante sobre si vemos lo que queremos ver o lo que nos dan. Evidentemente el tema no pasa por censurar o limitar, sino por la existencia de alternativas. Si hubiera más y mejores programas nacionales, no solo informativos y culturales, sino también de entretenimiento, seguramente no estaríamos tan expuestos a la TV chatarra. Pero para que eso sea posible hacen falta estímulos a los creadores nacionales y posibilidades de inversión.