Historia: 1830

Locales | 25 May En su obra, editada en Montevideo en 1948, el Padre Vidal prosigue indicando: “La Villa de Paysandú se preparó a dar cumplimiento a esta ley con todo el esplendor posible. Imagínate, pues, lector, a la escasa población de Paysandú toda en movimiento para preparar los festejos de la gran jornada”.
“Aquí se ve un grupo de carpinteros encargados de levantar un gran tablado en medio de la plaza; esta aún no tenía nombre; era la plaza de la Villa a secas. Sacan de sus talleres los tablones de que disponen; otros se piden a los ‘maestros de obra’ o albañiles, y por caballetes para sostenerlos se usan bordalesas vacías que ceden con gusto los pulperos”.
“Allí, otras personas están ocupadas en levantar arcos de triunfo en los cuatro costados de la plaza. Se ven llegar carros cargados de ramazón de mataojos, de laurel y de viraró, que ha de servir para hacer las guirnaldas y cubrir la armazón de los arcos. Se amontonan en tropel los chiquillos, que, lejos de ayudar a trabajar, no hacen más que chillar, estorbar y alborotar. Más allá, las mujeres de la Villa se juntan para ver, curiosear y comentar lo que se hace”.
“Acullá es un grupo de milicianos que, mandados por un cabo, colocan las velitas de estearina en los farolitos venecianos que por tres noche consecutivas iluminarán la plaza, colgados de los alambres que rodean el tablado y van de un arco de triunfo a otro. Hay que tener cuidado con ellos, porque deben durar las tres noches, y los chiquillos, con el pretexto de ayudar a colocarlos, fácilmente los escamotean”.