Paysandú, Martes 02 de Junio de 2009

Caldo de cultivo para los populismos

Opinion | 29 May Un análisis del director de Ceres, Ernesto Talvi, ante un auditorio que concurrió al desayuno de trabajo “El Uruguay que vendrá: entre la crisis global y el cambio político”, evaluó que la composición del electorado uruguayo “cambió dramáticamente” en los últimos 25 años, y que esta variante da la base para que se propaguen propuestas populistas en el terreno político electoral.
A la vez, el disertante relaciona buena parte de este cambio de la sociedad a una serie de factores que incluyen aspectos como la educación, y evaluó que tiene que ver con el fracaso del sistema educativo y la emigración de los más calificados.
Talvi consideró, según da cuenta el diario “El País” que el deterioro en la educación se relaciona con que “de un 82 por ciento de la sociedad que en 1985 sostenía valores de clase media (en síntesis, que la posición en la vida depende del esfuerzo personal, la educación, el ahorro y el trabajo) se pasó a un 67 por ciento en 2008, con una tendencia decreciente. A la vez, de 16 por ciento de la población que se ubicaba en grupos de ‘excluidos’ en 1985 (la posición en la vida no depende del esfuerzo personal y las posibilidades de ascenso son escasas y muy dependientes de programas de asistencia) se pasó a un 32 por ciento, en tanto un tercer grupo que calificó como ‘aristocráticos’ (para quienes la posición social en la vida se hereda) no varió en ese período”.
Este cambio a que refiere el director de Ceres se presta para diversas interpretaciones, y la primera de ellas indica que esta evolución --involución se aplica mejor a este escenario-- tiene mucho que ver con la degradación de valores que se da en nuestra sociedad, y que precisamente coincide en su manifestación con el período evaluado por el analista.
Es inevitable a la vez que estos cambios se reflejen en el aspecto electoral, que es una de las facetas en las que hizo hincapié Talvi, y en este sentido consideró que “no debe sorprender la aparición y el éxito de candidatos atípicos en cuanto a su lenguaje, actitud y vestimenta”, en clara alusión al precandidato frenteamplista José Mujica.
De todas formas, esta tendencia da la pauta del por qué del predicamento extendido que logran propuestas electorales de corte populista, basadas en propuestas voluntaristas y facilistas de enumerados muy primarios y sin explicar el cómo, eslóganes archisabidos de sacar más a quienes más tienen, reparto de la riqueza, el país productivo contra el país financiero, la clase trabajadora contra “los explotadores”, aumentos salariales y de jubilaciones al barrer y congelación de precios, así como empresas estatales que pertenecen a todos, tarifas públicas baratas y viviendas regaladas para todos los que las necesiten.
Este planteo irracional, tan extremista y delirante como los de las anécdotas de candidatos tan peculiares como simbólicos que proponían construir calles y carreteras cuesta abajo, o instalar canillas de leche en la vía pública, es sin embargo en mayor o menor medida lo que muchos sectores de la población quieren escuchar y lo que es peor, tienden a creer, precisamente porque se sienten representados en estas “propuestas” y saben que si no se puede llegar a todo eso, habrá igualmente políticas asistenciales que recojan alguno de estos puntos.
Por supuesto, lo que no dicen quienes así proponen es que la riqueza a distribuir no sale de la nada, que si no hay capital y trabajo asociados para producir bienes y servicios más baratos y al alcance de todos mediante la sana competencia, sobre parámetros como productividad y contracción al trabajo, con un Estado que pese lo menos posible sobre quienes producen y trabajan, solo se va a repartir más pobreza y miseria, igualando hacia abajo.
El desafío que se plantea es revertir este proceso de degradación de valores, que no solo tiene manifestaciones electorales y socioeconómicas, sino también en áreas como la seguridad pública, para crear condiciones que permitan apuntar a una mejora de la calidad de vida y la búsqueda de la excelencia para avanzar, en vez de seguir dando vueltas en torno a utopías que han fracasado estrepitosamente, como en los países ex comunistas, y que en los regímenes populistas se pretende recrear.
Para algunos es más rentable seguir buscando culpables y repartiendo asistencia para realimentar situaciones que den vida al populismo --que no es solo de izquierda al estilo de Hugo Chávez sino que se ha dado en regímenes de derecha y el peronismo es un ejemplo-- que decir la verdad, porque ya no quedan remedios dulces y ante la dura realidad los votos se esfumarían como por arte de magia.


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