Paysandú, Miércoles 03 de Junio de 2009
Policiales | 30 May El asesino y violador confeso de un adolescente de 14 años compareció ayer ante la Justicia y posiblemente hoy será procesado. El miércoles por la tarde, en la zona del kilómetro 4 del Camino a Casa Blanca, interceptó a un menor sordomudo que regresaba de la escuela, lo atacó con un cuchillo, lo violó y luego lo estranguló con la moña del uniforme escolar. El infortunado adolescente vivía junto a su madre en la zona del arroyo Juan Santos, cerca de la casa de quien se transformaría en su asesino.
De acuerdo a información extraoficial, Michael Alfredo Campos De Los Santos vivía humildemente junto a su madre y dos hermanos en la zona del arroyo Juan Santos, cerca del Vertedero Municipal y del sitio donde el camino se bifurca para conducir a Casa Blanca y a la Balsa del Arroyo Negro. Su padre, un militar perteneciente al Batallón “General Leandro Gómez” de Infantería Mecanizado Nº8, cumple una misión de paz de la ONU en Haití y desde hace meses permanece alejado de su familia.
A consecuencia de sus problemas auditivos, el adolescente acudía a la Escuela Nº96 –ubicada en la zona de Lucas Píriz y Vizconde de Mauá- donde recibía educación especial y donde además sus maestros lo definían como un muchacho “trabajador” y “empeñoso”, aunque con un lenguaje oral muy limitado y con un desarrollo del sistema de señas también incipiente.
Cada tarde, una vez concluida la clase, caminaba unos cincuenta metros hasta la parada de la línea “Bella Vista” de Copay, y atravesaba la ciudad hasta la zona de Independencia y Benito Chaín, desde donde habitualmente completaba el largo trayecto que lo separaba de su casa en la zona de Juan Santos.
Trágico destino
La suerte de Michael experimentaría un trágico giro durante la tarde del pasado miércoles, luego de concluir una nueva jornada de estudio en la Escuela Nº96.
La tarde anterior, acompañado por sus compañeros, varios docentes y un grupo de Sexto Año, disfrutó de una visita didáctica a la Junta Departamental, actividad fuera de lo habitual que sería recreada en clase al día siguiente en forma de un simulacro de votación. La jornada concluyó puntualmente a las 17 y Michael se dirigió hasta la parada del ómnibus, donde testigos aseguran que permaneció hasta las 17:15 para luego abordar el “Bella Vista”.
Sin embargo, las horas pasaron y el adolescente no regresó a casa. Ya entrada la medianoche, su madre se presentó ante la Policía para denunciar la desaparición, pero el jueves por la mañana aún no había novedades. El abuelo del adolescente tomó cartas en el asunto, confeccionó varios afiches con fotos de Michael y lo distribuyó en varios medios de comunicación, informando que al momento de desaparecer su nieto llevaba una mochila y vestía túnica blanca y moño, vaquero, buzo bordó, championes verdes y gorro rojo.
Mañana fatídica
El viernes trajo consigo una de las mañanas más frías de lo que va del otoño, pero también la confirmación de lo que muchos ya temían. Las direcciones de Seguridad, Coordinación Ejecutiva y de Grupos de Apoyo de la Policía habían intensificado la búsqueda en la zona del Camino a Casa Blanca, al sur del barrio San Félix. Próximo a las 9, a unos cuatro kilómetros de Paysandú, los efectivos hallaron la computadora XO del Plan Ceibal que Michael llevaba la tarde de su desaparición. A unos diez metros de allí, tendido sobre el costado oeste del camino, yacía el cuerpo sin vida del infortunado adolescente. Una rápida inspección del cuerpo condujo a la peor de las hipótesis: evidentemente había sido violado y asesinado.
Inmediatamente se acordonó la zona y se delimitó el área circundante a la escena del crimen, auque no se dispuso un corte de tránsito. Minutos después arribó al lugar personal de Policía Técnica, el jefe de Policía Roque Arámbula, el subjefe Johny Rodríguez, el director de Seguridad Juan Alarcón, el jefe de coordinación ejecutiva, Héctor Muñoz, el responsable de Grupos de Apoyo, Ramón Álvez y efectivos de varias seccionales, fundamentalmente del Destacamento Casa Blanca, perteneciente a la Seccional Cuarta.
EL TELEGRAFO arribó próximo a las diez de la mañana. Los primeros datos extraoficiales situaban el cuerpo a unos 14 metros de la faja pavimentada, muy cerca del alambrado. Permanecía tendido de costado, con la cabeza orientada hacia el oeste. Tenía además el torso semidescubierto, los pantalones bajos y la ropa interior rasgada, aparentemente por un arma blanca. Los alrededores de la trágica escena exhibían evidencia de lucha, en tanto varios efectos personales permanecían diseminados en un amplio radio.
Poco después de las 10:30 arribó la camioneta que transportaba al médico forense, Naum Dorfman, la jueza penal de Segundo Turno, Blanca Rieiro, y otros funcionarios judiciales. El médico lo examinó minuciosamente y constató que presentaba una herida en la cabeza, probablemente provocada por un objeto contundente, pero también intuyó que la causa del fallecimiento –acontecido al menos 24 horas antes- había sido el estrangulamiento, provocado con la moña del atuendo escolar. Además, presentaba signos de haber sido asaltado sexualmente.
Una historia espeluznante
Varias personas domiciliadas en la zona del Vertedero Municipal fueron citadas a declarar, entre ellas un hombre de 49 años, oriundo de Paysandú y de oficio montaraz, con un pasado oscuro. A mediados de la década del 80, la Justicia lo había procesado por abusar de un menor y más tarde, en 2006, fue enviado al Comcar por homicidio. Hace pocos meses, luego de cumplir su condena, había regresado a Paysandú para afincarse en la zona del Vertedero, más precisamente en una vivienda precaria, construida de madera y trozos de nylon; coincidentemente enclavada a corta distancia de la casa de Michael.
La Policía enseguida supo que estaba ante el probable autor del asesinato. Poco después, con una orden de allanamiento expedida por la jueza, allanaron su vivienda y allí encontraron el cargador del celular y restos de la mochila coincidentes con los recuperados en la escena del crimen. Confrontado con la evidencia, el sospechoso optó por confesar y detallar de qué manera había segado una vida inocente.
Según relató, conoció a Michael cuando hace pocos meses regresó a Paysandú para establecerse en la zona del arroyo Juan Santos. Sabía que el adolescente regresaba diariamente de la escuela por el Camino a Casa Blanca, así que la tarde del miércoles, con intenciones de atacarlo, salió de su vivienda y se dirigió al norte, convencido de que se cruzaría con la víctima.
Contrariamente a lo que se creyó en primer momento, el adolescente descendió del ómnibus donde lo hacía habitualmente. Eran más de las 6 de la tarde cuando dejó atrás el barrio San Félix rumbo a su casa. Cuando ya se había alejado unos cuatro kilómetros de Paysandú se topó con Benítez, quien lo amenazó con un cuchillo y trató de someterlo. Todo indica que la víctima se resistió al ataque y se trenzó en lucha con el abusador, pero éste lo golpeó en la cabeza (quizá con una piedra) y una vez que lo tuvo a su merced lo sometió sexualmente para luego estrangularlo y abandonar su cuerpo a un costado del camino.
El asesino regresó a su casa con restos de la mochila y allí encendió una fogata en donde quemó los útiles de su víctima, pero conservó el cargador del celular. Enseguida hizo algunas averiguaciones para abordar un ómnibus que lo llevaría a Montevideo, pero la rápida intervención de la Policía se lo impidió. Próximo a las 17 fue conducido a la sede judicial donde, junto a varios testigos, compareció durante horas ante la magistrada, quien optó por no dictar sentencia y esperar los resultados de la reconstrucción del hecho. Benítez regresará hoy a la sede judicial, donde seguramente recibirá el justo castigo por un crimen atroz que conmovió a la sociedad sanducera.
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