Paysandú, Miércoles 03 de Junio de 2009
Opinion | 01 Jun La escasa confiabilidad de los socios del Mercosur --especialmente Argentina y Brasil-- en lo relativo a estabilidad y políticas macroeconómicas, indica que el crecimiento que en los últimos meses ha tenido el intercambio comercial de nuestro país con la región no es el mejor camino para consolidar el comercio exterior, y menos aún cuando tras la crisis financiera mundial desatada el año pasado han rebrotado los proteccionismos.
Como en todos los órdenes, no es recomendable poner todos los huevos en una sola canasta y eso lo sabe muy bien --porque lo sufrió amargamente-- el Uruguay, que fue afectado por la devaluación del real en 1999, con gran parte del comercio exportador jugado al mercado brasileño, y luego en 2001, cuando la debacle se dio en la Argentina y también nos arrastró.
En ambos casos, pero sobre todo en el primero, muchas empresas exportadoras entraron en crisis, desde que estaban jugadas en forma exclusiva al mercado brasileño, y la pérdida de competitividad por la maxidevaluación generó que se suspendieran los negocios o cambiaran las reglas de juego, con la consecuenca de una ecuación económica crítica, que tuvo su efecto en la pérdida de miles de empleos en el sector y la quiebra de empresas productivas.
A partir de entonces nuestro país encaró una imprescindible recomposición de su comercio exterior sobre el esqueleto de la estructura creada para acceder al mercado brasileño, aunque el episodio dejó secuelas que en muchos casos resultaron irreparables.
El paso del tiempo permitió que se lograra ingresar a otros mercados y consolidarlos significativamente, hasta que de a poco el panorama se ha ido revirtiendo y nuevamente el Mercosur es el principal destino de nuestras exportaciones, aunque sin llegar a ser el 50 por ciento, como fuera durante el auge de las ventas al mercado del país norteño.
Este esquema puede servir para paliar la coyuntura adversa en el escenario internacional, pero no como una distribución más o menos estable del intercambio comercial, desde que es preciso poner énfasis en alternativas a este panorama para estar más o menos a cubierto de avatares como los que suelen acontecer en los ciclos económicos.
Y si bien una y otra vez la Administración Vázquez ha reafirmado su vocación mercosurista, no parece dispuesta a quemar las naves para quedarse solo en la región, y en este contexto, cuando todo indica que por estas latitudes empiece a golpear con mayor énfasis la crisis financiera internacional, el Poder Ejecutivo decidió instruir con directivas claras a la diplomacia uruguaya y los responsables del comercio exterior en procura de lograr una mayor agresividad en las acciones para extender el área de negocios del país.
El gobierno, junto a catorce embajadores en países claves, evaluó recientemente el escenario internacional en la II Reunión de Alto Nivel sobre la Crisis, y se convino en “reafirmar la vocación de Uruguay sobre el regionalismo abierto. En ese marco Uruguay debe buscar mejorar su performance en negociaciones bilaterales, tanto dentro del Mercosur y la Aladi como fuera de ellos, incluyendo la prosecución de las negociaciones con Estados Unidos en el marco del TIFA y con otros países en proceso de sustanciación”.
Integrantes del Poder Ejecutivo subrayaron que se apunta a ir abriendo puertas de acuerdos bilaterales en distintas formas, lo que incluye acuerdos comerciales, de protección de inversiones y para evitar la doble imposición tributaria, en tanto en una reciente reunión entre la Unión Europea y el Mercosur, el canciller Gonzalo Fernández planteó que se utilice un mecanismo jurídico para que Uruguay pueda negociar un acuerdo comercial con ese conglomerado, ya que las negociaciones bloque a bloque están estancadas. Asimismo, se definió como línea de acción “explorar a través de nuestras embajadas y consulados el contacto directo con empresas seleccionadas con potencial de compra o asociación con socios uruguayos”, en tanto paralelamente se acordó poner en marcha una estrategia de promoción de Uruguay como destino de inversión.
Pero claro, mientras se encara la ofensiva en el área diplomático - comercial, el Poder Ejecutivo debe disponer medidas para mejorar la competitividad de las empresas, dado que por mayor énfasis y habilidad que se ponga de manifiesto en las negociaciones, la realidad económica puede más que mil palabras, y es preciso adoptar acciones decididas para abatir los costos internos, de forma que el sector exportador pueda efectivamente consolidar mercados.
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