Paysandú, Miércoles 03 de Junio de 2009

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Locales | 03 Jun FAMILIA, ESPIRITUALIDAD
Y VALORES: MÁS QUE UNA
ASPIRACIÓN, UN DERECHO
En la segunda semana de setiembre de 2007 y en ocasión de las VI Jornadas de Investigación Científica – 15 años de la Facultad de Ciencias Sociales, los integrantes del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, Ruben Tansini y Rossana Patrón, presentaron los resultados del estudio “Resultados escolares de la cohorte de alumnos que cursaban 1º en las escuelas públicas de Montevideo: 1999-2005”. Los mismos muestran que el desempeño escolar de los niños varía significativamente según la conformación del núcleo familiar, la asistencia a preescolar y el contexto socioeconómico.
En este sentido, los resultados obtenidos muestran de manera general que solo el 49% de los escolares llega a tiempo a cursar sexto año. En particular se observa que aquellos alumnos que viven en hogares naturalmente integrados, con el padre y la madre biológicos, obtuvieron los mejores resultados en primer año en 1999, los menores niveles de repetición y registraron el mayor porcentaje entre los aprobados con notas superiores a Muy Bueno.
En contrapartida, aquellos alumnos que viven solamente con el padre biológico, o solamente con la madre biológica y padrastro, presentaron los peores indicadores de repetición, encontrándose para el año 2004, solamente el 38% de estos alumnos cursando sexto año a tiempo.
En cuanto al nivel de educación de los padres, el estudio reveló que el 93% de los niños cuyos padres tenían más de 12 años de estudio aprobaron primer año en 1999, en tanto que apenas lo hizo el 61% de aquellos cuyos padres no superaban 6 años de educación promedio. Asimismo, los investigadores encuentran que el 79% de los estudiantes en cuyos hogares contaban con entre 10 y 49 libros aprobaron primer año, cifra que asciende a 88% entre aquellos en cuyos hogares contaban con más de 50 libros.
En contrapartida, de aquellos niños en cuyos hogares había menos de 10 libros, solamente el 64% aprobó primer año y solo el 33% llegó en 2004 a cursar sexto año.
Los investigadores aportan además datos tales como que el 80% de aquellos niños que habían cursado preescolar aprobaron primer año en 1999, en tanto de los que no cumplieron esa etapa, solo lo pasó el 56%.
Los resultados del estudio son contundentes, pero no menos esperables y obvios. Indudablemente la familia, unidad base de la sociedad, es el factor de equilibrio en la vida de toda persona. Vivir en una familia naturalmente constituida, con un padre y una madre ocupados en el buen desarrollo intelectual, afectivo y espiritual de sus hijos, ha resultado, resulta y resultará siempre decisivo en el mejor desempeño de las personas en la comunidad.
Lamentablemente, la realidad de nuestra sociedad regida por la “dictadura del relativismo”, muestra que esta figura de la familia tradicional, comprometida a través del matrimonio en un proyecto de vida definitivo basado en el amor y responsable de un futuro común, ha ido perdiendo espacio y vigencia a manos de una vida cada vez más liviana, menos comprometida y evasora de las responsabilidades. La decadencia moral e intelectual de los “nuevos ciudadanos”, así como su débil formación espiritual es tal, que actualmente el compromiso del matrimonio y con él el cónyuge y la responsabilidad de los hijos, son alarmantemente rehuidos.
Tanto es así, que los mismos se han vuelto figuras pasajeras, efímeras, e incluso descartables. Ante esta nueva organización social, enemistada con la familia, alejada de los valores y pobrísima de espíritu, los pésimos resultados comienzan a herirnos, mostrando la decadencia de nuestra sociedad, fundamentalmente en el plano educativo.
Cuando el General Artigas hablaba de la necesidad de ilustración del pueblo oriental, lo hacía en el entendido de que es la educación la llave que abre las puertas a la libertad y la soberanía de los pueblos. Pero también, sin dudas, a la convivencia armónica y elegante entre los ciudadanos. Por eso educar, ilustrar al pueblo, en la concepción del general Artigas, hombre de fe, implicó desde siempre y en todo momento, no solo formar a los ciudadanos para la excelencia intelectual, sino también en la fortaleza espiritual de asunción de los compromisos y las responsabilidades que la vida trae consigo.
Lamentablemente, educar al pueblo oriental hoy, apenas si tiene el miserable objetivo de que el niño complete como sea 6 años de escuela y 6 de liceo, en aulas descuidadas, con contenidos obsoletos cuando no rotundamente equivocados, totalmente desarticulados entre niveles y en permanente reforma, donde la excelencia intelectual es desdeñada, cuando no hostilizada, y la grandeza espiritual vilipendiada.
Los señores Tansini y Patrón han llegado con su estudio a resultados tan indiscutibles como previsibles: sin familia, sin amor y sin valores, los resultados educativos solo pueden ser decadentes.
El gobierno de turno ha vuelto a someter a la enseñanza a una reforma académicamente fatídica en 2006 y ataca la integridad de la familia en su base, castigándola con su reforma tributaria, votando afirmativamente la legalización del asesinato de los orientales por nacer y aprestándose a legitimar la unión entre personas del mismo sexo.
“Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”, dijo el general Artigas. Por eso, quizás haya llegado el momento de que quienes hemos formado una familia naturalmente constituida, la cual sostenemos con amor y defendemos día a día con nuestro trabajo honesto y calificado, aspirando darle a nuestros hijos un presente mejor fundado en valores, tomemos de una vez las aulas, armados del conocimiento académico, encendidos por un amor y seguros en una fe, para erradicar de ellas sin demora la mediocridad, la pereza y la maledicencia, a la que nuestros actuales dirigentes nos están condenando.
Una educación de excelencia no debe ser una aspiración sino un derecho.
Lic. Martín Appratto Mathisson


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