Opinion | 06 Jun Como lo han hecho en numerosas oportunidades profesionales y deportistas sobre todo, que son las personas que tienen la posibilidad de salir de su país a efectos de participar en eventos internacionales, en las últimas horas llegó a Uruguay el cardiólogo cubano Ramón Crespo, su esposa --también médica, de especialidad oftalmóloga-- y su hijo de 11 años, provenientes de Francia para radicarse en el país.
La Cancillería estableció consultas ante los partidos de la oposición, los cuales transmitieron al gobierno su voluntad de otorgar refugio al profesional caribeño y su familia. La semana pasada, desde Francia, Crespo se contactó con el ex presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Alfredo Toledo, quien a su vez se comunicó con el diputado nacionalista Jaime Trobo, quien inició los trámites ante la Cancillería.
Crespo, de 52 años, se encontraba en Argelia junto con su esposa e hijo de 11 años en misión sanitaria internacional. Cuando debía regresar a Cuba, durante su escala en París, inició los contactos con Uruguay a fin de trasladarse a Montevideo. Además del hijo que lo acompaña, el médico tiene otros dos hijos mayores que residen en Cuba.
La historia del profesional es similar a la de muchos otros cubanos, incluyendo a un oftalmólogo que recientemente también pidió asilo en nuestro país y que primero fue impedido de ejercer su profesión por el Ministerio de Salud Pública, para luego ser rehabilitado por esta secretaría de Estado. Sin embargo, ésta le había permitido ejercer como integrante de la delegación de su país que participó en la campaña por la recuperación de personas afectadas de cataratas. Estos hechos confirman, por si alguien tenía alguna duda o se negaba a admitirlo por razones ideológicas, las graves restricciones a las libertades individuales y políticas a que son sometidos los cubanos en su país, convertido en una gran prisión al amparo de su condición de isla. Eso no impide que miles de cubanos, los comunmente denominados “balseros” se lancen a desafiar el mar Caribe para buscar mejores condiciones de vida en Estados Unidos, o profesionales como el doctor Crespo encuentren oportunidades en viajes internacionales para escapar del régimen castrista.