Opinion | 11 Jun Cuando la cotidianeidad resulta alterada, inmediatamente se transforma en comentario público y, eso es precisamente, lo que ha pasado estos días con la niebla, un fenómeno meteorológico consistente en nubes muy bajas, a nivel del suelo y formadas por partículas de agua muy pequeñas en suspensión, que reducen la visibilidad a menos de 1 kilómetro. En general, se considera niebla cuando la visibilidad esté o vaya a estar entre 200 metros y 1 kilómetro, y niebla espesa cuando la visibilidad sea o vaya a ser menor de 200 metros.
De cualquier manera se trata del principal problema de visibilidad en la conducción y sólo puede ser paliado con medidas adecuadas de señalización, balizamiento o iluminación. Más de una vez han ocurrido lamentables accidentes en calles y rutas en días de niebla, lo que a veces se traduce en titulares como “niebla asesina” o similares. Sin embargo, la absoluta responsabilidad de lo que pase un día de niebla es ni más ni menos que de los conductores.
No es fácil manejar con niebla espesa en la ciudad y menos aún en la ruta puesto que a la reducción de la visibilidad se le suma la monotonía y el encierro, además de la pérdida de referencias del camino, factores que muchas veces inciden negativamente en la conducción.
En cualquier caso, lo importante es no correr riesgos innecesarios y seguir los consejos de seguridad vial básicos para estas situaciones, tales como circular con las luces encendidas --no las largas, que en niebla densa pueden producir un reflejo encegecedor-- y adaptar la velocidad y distancia de seguridad en función de la visibilidad. Es fundamental también comprobar el funcionamiento del limpiaparabrisas antes de salir, evitar frenadas bruscas y los adelantamientos.
En conclusión, a diferencia de otros fenómenos meteorológicos respecto a los cuales poco o nada podemos hacer salvo ponernos a resguardo, nadie deja de hacer las cosas que habitualmente debe hacer --ir al trabajo, a estudiar o hacer las compras-- porque haya niebla. La cuestión es cómo actuamos, porque la irresponsabilidad y el descuido en el tránsito pueden resultar fatales.