Paysandú, Jueves 18 de Junio de 2009
Opinion | 18 Jun Con la inauguración el sábado del cuarto complejo habitacional Mevir en Gallinal, este movimiento lleva entregadas 22.678 soluciones habitacionales desde su creación en 1967, a impulsos de don Alberto Gallinal, quien propuso y logró incorporar instrumentos para poder financiar la vivienda propia a miles de familias del olvidado medio rural, con serias dificultades para acceder a una vivienda decorosa.
En esta oportunidad, como en tantas otras, volvieron a verse las caras felices y el sentido del deber cumplido de los beneficiarios, que han alcanzado su sueño no sin mucho esfuerzo, con miles de horas dedicadas al trabajo por ayuda mutua en complejos que ahora se levantan en todos los rincones del país, tras los primeros intentos de dar continuidad a la idea del desaparecido productor y hombre público del departamento de Florida.
Con el paso de las décadas, en buena medida los uruguayos nos hemos acostumbrado al paisaje con estos complejos de casas blancas ubicados muchas veces en medio de la nada, o sustituyendo caseríos de viviendas semiderruidas, incluso verdaderas taperas en las que faltaban servicios elementales y sobraban carencias para las familias del interior profundo.
El Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural le ha cambiado la cara a la campaña, como es el caso de pueblo Gallinal, que ha incorporado un nuevo centro poblado a Tres Bocas de Cerro Chato, como lo ha hecho también en Quebracho, Chapicuy, Lorenzo Geyres, Piedras Coloradas, Orgoroso y Guichón, entre otras localidades de nuestro dAepartamento en las que se han erradicado viviendas marginales y se han construido pequeñas casas bien terminadas y decorosas.
Pero con Mevir no empieza ni termina el problema, ni es siquiera suficiente para retener a los pobladores del medio rural, por cuanto de poco serviría tener una casa decorosa si al mismo tiempo no hay trabajo ni ingresos para amortizar la compra de la propiedad, aunque ésta se haga en cuotas que están prácticamente al alcance de todos los bolsillos.
Las condiciones del medio rural son mucho más complejas y por lo tanto exigen respuestas también desde diversos ángulos, pero sin duda que la principal es tener oportunidades de trabajo para los jóvenes, que son los que tienen las mayores dificultades de insertarse en el esquema laboral y generalmente tienen horizontes e inquietudes a las que no encuentran satisfacción en un medio que generalmente les cierra las puertas.
Y por cierto que no habrá Mevir que pueda retener a la población rural si paralelamente no se crean polos de desarrollo, como felizmente se han generado en lugares como Gallinal, precisamente, a partir de plantaciones de cítricos y forestación, como ha sido también el caso de Piedras Coloradas, Chapicuy y Quebracho, por mencionar algunos ejemplos notorios.
En Piedras Coloradas y Orgoroso se ha llegado al desempleo cero, aspecto actualmente algo comprometido debido a la merma en las exportaciones de madera por la crisis financiera internacional, pero con perspectivas de reactivación tan pronto se recuperen los mercados, por encima de lo coyuntural.
En otras áreas, la conjunción de demanda de mano de obra para las naranjas y los arándanos, que tienen tiempos de cosecha desfasados y por lo tanto permiten extender a lo largo del año el empleo de la misma fuerza laboral, explican el crecimiento de poblaciones y consecuentes servicios e infraestructura de apoyo en lugares como Chapicuy, donde hasta hace pocos años el común denominador era la falta de trabajo y de oportunidades para familias que actualmente por lo general tienen a varios de sus integrantes ocupados en establecimientos de la zona.
Los factores enunciados, viviendas y oportunidades de trabajo, incluyendo posibilidades asociativas en otros rubros, con amplia participación de la mujer rural, son parte de la solución para el siempre olvidado Interior, que a menudo es tenido en cuenta por el sistema político solo en instancias electorales como las que se avecinan. Mientras, es notorio que el Poder Ejecutivo debería canalizar apoyo sostenido a través de directivas políticas claras, sobre todo en áreas como la educación y la salud, solo por mencionar dos aspectos críticos en los que la población rural sigue tratada como de tercera en un país en el que vivir fuera de Montevideo ya es ser ciudadano de segunda.
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