Opinion | 16 Jun En campaña preelectoral las susceptibilidades políticas y las denuncias siempre están a flor de piel, intentando sensibilizar a la opinión pública y llevar agua para el molino propio, en una regla que se aplica a todos los partidos políticos, pero en las últimas horas ha salido a luz un caso que debería estar por encima de temas partidarios, desde que tiene que ver con la laicidad de la enseñanza.
El diputado nacionalista Jaime Trobo denunció públicamente un episodio de violación a la laicidad tras conocerse que en una escuela de la localidad de Piedras Blancas la directora difunde las canciones “A desalambrar” y la muy pegadiza “Hasta siempre comandante” (una oda al Che Guevara) para que los niños entren a clase.
El caso le llegó al legislador a través de padres de alumnos de la Escuela 299 mientras realizaba recorridas electorales el pasado fin de semana, y se le transmitió que la directora de este centro educativo utiliza música en lugar del tradicional timbre y que  pone canciones por los altoparlantes a la hora de ingreso a la clase, para salir al recreo y a la hora de la salida.
Este es el segundo hecho de violación de laicidad denunciado por el diputado, desde que en mayo hizo público que en la Escuela 138 la maestra organizó un simulacro de elección, en la que José Mujica resultó ganador y la maestra organizó un improvisado festejo tras la elección.
Ocurre que tradicionalmente la izquierda ha tenido en la enseñanza su feudo tradicional, y no conforme con dominar a través de las corporaciones de docentes y funcionarios la Universidad de la República y la enseñanza media, donde por supuesto han ocurrido cosas más graves que las que denuncia el legislador en esta oportunidad, ha extendido su área de acción a Primaria, donde la penetración le ha resultado más difícil pero donde igualmente se da este tipo de mensaje “subliminal”, por ser benignos con el término.
Es de esperar que las autoridades competentes tomen cartas en el asunto, sin hacerse las distraídas, como ha ocurrido en anteriores oportunidades en que las investigaciones han quedado en nada, y se han encarado apenas para salvar las apariencias.