Opinion | 17 Jun Finalmente, tras nueve meses de trabajo la Intendencia terminó los doscientos metros de vereda en la costanera, una obra que ciertamente aporta mucho a este espacio de recreación y esparcimiento de la ciudadanía.
En recientes declaraciones a EL TELEGRAFO, el director de Obras Marco García explicó que aún quedan algunos detalles de infraestructura por finalizar y que se pretende continuar la obra hasta el siguiente mirador, ubicado a unos 200 metros de donde concluye esta vereda. El problema es que estamos a mediados de junio y el proyecto recién fue presentado para su financiamiento por los fondos de desarrollo del Interior, por lo cual una vez aprobado habrá que hacer una nueva licitación para finalmente comenzar a trabajar. Si bien los plazos no fueron establecidos, hay que tener en cuenta que la primera etapa insumió tres veces más tiempo que lo que estaba planificado, y que lo que originalmente se pretendía inaugurar el 8 de diciembre con la habilitación de las playas finalmente se concretó en junio, por lo que es de suponer que la costanera volverá a estar en obra durante el próximo verano. Esto no debería considerarse como un hecho negativo puesto que la infraestructura generada bien puede valer unos meses de incomodidad para el tránsito dominical, pero sería bueno que las autoridades planifiquen los trabajos de forma más eficiente para lograr el máximo de provecho en el mínimo tiempo, y así todos podremos disfrutar cuanto antes de estos espacios.
Es claro que en una intendencia deficitaria como la de Paysandú hasta una simple vereda debe ser solventada con recursos externos, en este caso provenientes del gobierno nacional, pero entonces hubiera sido preferible que se presupuestara la totalidad de la obra hasta Antonio Estefanell, por ser ese el punto natural para comenzar la peatonal. Así se podría hacer de una sola vez lo que seguramente ya está en los planes de la Intendencia, evitando dilatar los inconvenientes que se generen.