PAYSANDÚ INTERIOR

Locales | 26 Jun Un salón comunal y un complejo del Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir); una escuela y un destacamento policial. Un par de estancias y un largo camino que cruza la zona. Ubicada unos treinta y cinco kilómetros al este de la ruta nacional 3, en el llamado camino de Tierras Coloradas, se levanta Bella Vista, población que lucha con un difícil presente. Que golpea y pone a prueba a los pobladores y su entorno, y que por momentos nubla los destinos de los más pequeños.
La comunidad vive entre la soledad y la interrogante permanente acerca de los tiempos que vendrán. El pueblo es habitado por unas treinta familias, en tanto el Mevir que se inauguró en 2002 otorga a los pobladores ciertas señales de urbanización. Básicamente los lugareños trabajan en los establecimientos y estancias de la zona, así como en empresas forestales que operan en esos territorios. En menor escala, otros se dedican a la agricultura en plantaciones que alternan entre girasol, sorgo, soja y, en forma intermitente, trigo. Otros chacareros han apostado a la producción de arándanos, novedosa modalidad productiva que ya muestra sus buenos resultados.
La mañana que visité el lugar se presentaba muy fría. Durante la madrugada la helada había sido muy intensa, como podía constatarse por el blanco de los campos. Las lluvias de los últimos días daban cierto alivio a los productores, aunque continúan inquietos por la falta de agua.  Construir un proyecto de vida en esos territorios puede resultar el desafío más inquietante para sus pobladores. Quizás por eso son varios los gurises que no quieren que sus sueños terminen en los sacrificados trabajos de la chacra. Por eso, si bien ayudan a sus familias en las tareas diarias, elevan sus miradas un poco más allá, imaginando un porvenir un poco más prometedor. De hecho, un grupo de muchachos de Bella Vista y San Mauricio viajan todos los días a la ciudad de Salto, para asistir a sus clases en el Liceo. Ello es posible gracias a un programa de traslado que originalmente contó con aportes de las intendencias de Salto y Paysandú. Hoy solo la comuna sanducera cumple con ese servicio, contemplando las necesidades de transporte de esos trece gurises. En ese contexto, por un lado la comunidad de Bella Vista proyecta pequeños emprendimientos familiares que se fortalecen con aires renovados, en tanto la gurisada sueña con un futuro mejor.