Paysandú, Miércoles 01 de Julio de 2009

En Estados Unidos una emergencia médica cuesta alrededor de 900 dólares, que pagan los pacientes

Locales | 01 Jul (Especial, por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). Tanto en Uruguay como en Estados Unidos, una reforma sanitaria es tema de principal interés en la población.
En el caso de la Unión estadounidense, esta reforma es de esos gigantescos proyectos que todos los presidentes norteamericanos se proponen y ninguno consigue. En Estados Unidos existe el pensamiento general de que el sistema sanitario es un desastre: más de 40 millones de personas están sin seguro de salud, aunque el sistema gasta el doble que cualquier otro en Europa sin que repercuta en los pacientes ni la mitad de la atención. El acceso a la sanidad como opción individual, voluntaria y en las condiciones que cada cual desee es algo más que una de las características del sistema sanitario de Estados Unidos: es el sello de identidad de una cultura nacional.
Conciente de esa resistencia y consecuente con su estilo en otros ámbitos, el presidente Obama ha tratado de hacer las cosas a medio camino: ni ha asumido el principio progresista de que el Estado tome el control pleno del sistema, ni ha aceptado la idea liberal—conservadora de crear las condiciones para que el mercado arregle el desbarajuste actual. El proyecto de Obama contempla un sistema público de salud en convivencia (o en competencia, según entienden otros) con el sistema privado. El presidente entiende que de esta forma se pueda garantizar la cobertura casi universal al atender a gente sin empleo o a trabajadores autónomos que no pueden afrontar los costes de un seguro, sin obligar a nadie a renunciar a los seguros que tienen en la actualidad. La oposición considera que eso va a llevar a la ruina a las aseguradoras privadas y va a dejar sin cobertura a muchos más de los que hay en la actualidad.
En el caso de Uruguay, una nueva reforma sanitaria ha dado origen al SNIS (Sistema Nacional Integrado de Salud) que se ha establecido tomando en cuenta recursos públicos y privados, aunque mantiene el “corralito mutual” (instalado en marzo de 2000) que impide el uso del libre albedrío de los ciudadanos para elegir su sistema de salud, en la medida que deben permanecer un mínimo de tres años en una institución antes de solicitar un cambio, argumentando razones geográficas u otras fundadas. No obstante, en el caso del Interior del país, en general se aplica el sistema de mutualista (y opción privada) única.
emergencias
Ahora bien, hay un aspecto de la atención médica que en Uruguay en estos días está en “zona caliente” y en Estados Unidos funciona sin inconvenientes. Se trata de la atención de llamadas de emergencia ante accidentes, usualmente reportadas a través del 911. En Uruguay la Cámara de Emergencias Móviles exige al gobierno que este les pague por esos servicios que hasta ahora brindan de forma gratuita (más bien cargándoselos a sus propios asociados de manera residual). Hasta ahora no se ha logrado acuerdo, pero sí ha quedado establecido que las Emergencias Móviles no tienen obligación de atender estos siniestros si no están involucrados algunos de sus asociados.
Una solución aparentemente simple sería incorporar las Emergencias Móviles al SNIS, pero eso no ha ocurrido. En Estados Unidos el Estado asegura cobertura inmediata (entre 5 y 12 minutos en centros urbanos y 22 minutos promedio en zonas rurales) de accidentes de todo tipo. Pero no necesariamente con sus recursos, que solamente utiliza en el caso de veteranos militares y ciertos niveles de población que no pueden pagar por esos servicios. El resto, la inmensa mayoría de la población, debe hacer frente por sí misma a los gastos que se originen en la cobertura de una emergencia en la que se vea involucrado. Cualquier persona puede llamar al 911, no necesariamente una involucrada en el accidente. Allí un despachador toma la primera información, hace una evaluación y destina al lugar paramédicos y ambulancias, habitualmente de tipo general. Al llegar al lugar, los paramédicos hacen una segunda evaluación y pueden solicitar ambulancias especializadas o transporte aéreo, según lo crean conveniente.
En la medida que la utilización de recursos sea de manera apropiada, los involucrados en el accidente no tienen derecho a objeción y deben pagar por esos gastos. Usualmente el sistema médico le envía una factura 30 días después del incidente. En ese momento el usuario puede utilizar, si lo tiene, el sistema de cobertura médica al que está afiliado y, si este no cubre totalmente los gastos, puede aplicar a seguros estatales. Si no los consigue, entonces puede establecer un crédito con la entidad sanitaria, para pagarlos.
Lo que no existe en Estados Unidos es el concepto de “Papá Estado”. No se pretende que el Estado se haga cargo de todos los gastos, sino que hay una conciencia clara de que cada cual debe pagar por los propios. Esto ayuda a la planificación, afiliándose a seguros médicos generales o específicos, por ejemplo. Aunque los costos varían de estado en estado y de condado en condado, promedialmente una emergencia “común” cuesta 900 dólares. Normalmente se aplica un cargo de 6.06 dólares por milla recorrida (una milla=1,6 kilómetros). Los gastos aumentan con la complejidad de los recursos utilizados. Y el sistema define una emergencia como cualquier herida o enfermedad que requieren atención médica y transporte a un local de emergencia o a un centro para traumas. En algunas comunidades, los residentes sin cobertura médica o de emergencia reciben de manera directa un descuento del 20%, pero de todas formas son responsables por el restante 80%.
La cobertura de las emergencias puede ser realizada por operadores privados, pero también por comunidades, condados o estados. En estos últimos casos, además de los costos aplicados a los usuarios se utilizan complementos provenientes de impuestos. En algunas comunidades, grupos voluntarios se encargan del servicio utilizando ambulancias e insumos provistos por alguna ayuda estatal, privada o mixta.
Curiosamente, antes de la profesionalización de los sistemas de emergencia en Estados Unidos, a comienzos de los años setenta, la asistencia en accidentes --esencialmente el traslado de los heridos a centros hospitalarios-- era provisto por casas fúnebres. El Sistema de Emergencia Médica de este país se basa en el modelo anglo--estadounidense, fundado en el transporte del paciente al hospital, en contraposición con el modelo franco--alemán de llevar la tecnología hospitalaria al paciente.


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