HISTORIA
1905

Locales | 02 Jul El cronista continúa relatando: “Lo primero que visitamos fue el departamento de las máquinas, cuya construcción data apenas de un año cuando instalose la nueva caldera y el motor recibido directamente de Legrado (Italia) de la casa Francisco Tosi, por intermedio del señor Quincke, de Montevideo”.
“Una y otra son de último sistema muy perfeccionado. La caldera es de doce caballos de fuerza, y el motor es de los llamados a válvula de alta y baja presión”.
“La máquina es a condensación, que ofrece la ventaja sobre las otras de su índole, de que el agua ya servida por el motor es aprovechada nuevamente después de haber sido llevada al condensador por medio de una cañería de absorción; de allí vuelve en estado de enfriamiento a la caldera”.
“A más de esa ventaja, que evita que el agua servida se arroje a la calle o a los resumideros, hay la de que se gana un 30 por ciento de fuerza motriz”.
“En el mismo departamento existe instalado un pequeño dínamo para el abastecimiento de luz eléctrica al molino. Puede alimentar hasta 60 lamparillas”.
“Muy cerca de las flamantes máquinas, vimos el viejo motor del molino casi abandonado, cubierto de polvo, enmohecidas ya las otrora relucientes coberturas – ¡oh fiero destino!. Y no obstante, a pesar de su decrepitud, todavía puede prestar servicio, según nos lo manifestó uno de los amables co propietarios del establecimiento, que nos acompañó en nuestra rápida visita reporteril”.
“De allí pasamos a los demás departamentos del molino, propiamente dicho, donde, en medio del ruido y del movimiento de maquinas y del subir y bajar escaleras para trasladarse de uno a otro taller, de los altos a los bajos y viceversa, habría sido fácil perder la orientación, a no ser por nuestro acompañante”.
“Es aquello indudablemente digno de ser visto y algo que conforta el espíritu de los que preferimos mil veces la actividad de las poleas y los engranajes a los choques de los aceros fratricidas y a las discusiones estériles de la política militante”.