Paysandú, Viernes 03 de Julio de 2009
Locales | 26 Jun La Escuela 45 de Molino Quemado constituye el reflejo de la realidad que se vive en la zona, pues aunque en la actualidad atiende a unos doce niños, hace unos cuatro años la matrícula llegó a tener treinta alumnos.
En la zona habitan unas quince familias, integradas básicamente por pequeños productores, chacareros que se dedican a la cría de cerdos, tambos, queseros artesanales y pequeños emprendimientos. Una de las experiencias productivas más llamativas fue en el año 2005, cuando un grupo de productores plantó lino y lograron elaborar aceite alto oleico.
Como en otros lugares del interior rural, los niños conservan la inocencia del típico gurí de campo y el establecimiento escolar es el centro ineludible de los más diversos acontecimientos sociales. De hecho, una comisión de padres se reúne en el local y es el soporte de algunos de los recursos que necesita la escuela, como el pago de la auxiliar de servicio. Según nos relató la maestra directora, Estela Niche, la escuela “es una gran familia y referente permanente para el entorno. Por ejemplo, el año pasado se colaboró con la madre de unos pequeños que concurren a la escuela. Por suerte, de a poco está saliendo, con mucha voluntad y entereza”.
En cuanto a la historia del establecimiento, la maestra –que desde hace diez años trabaja allí-- dijo que “tiene un poco más de ochenta años y originalmente se estableció en Molino Quemado, pero hace más de cuarenta que está en el nuevo edificio”.
Cuatro niños en inicial y uno por clase hasta sexto año le dan vida a la escuela. Si bien la matrícula viene bajando en forma considerable, no corre riesgo de cierre.
Pero, según relata Niche, “hace unos tres o cuatro años llegó a atender a más de treinta gurises. Mientras que hoy solo atiende a doce. Ocurre que no ingresan más alumnos de los que egresan cada año. Por suerte hay muchos ex alumnos que visitan la escuela periódicamente. Algunos ya concurren al liceo de la ciudad, mientras otros ya están culminando los estudios en la Escuela Agraria de Tacuarembó. Generalmente los niños de la zona estudian y ayudan a sus respectivas familias en las tareas de la chacra”.
“Hace veintiocho años que trabajo como maestra y siempre he sido maestra rural. Hice el curso de dirección urbana y hasta ahora no me he decidido irme para la ciudad. Vivo a dos kilómetros de la escuela y soy una vecina más, soy amiga y me encanta estar en el territorio, por eso es difícil marcharse. Esa realidad permite que se conozca mucho más el entorno y ello genera un estrecho vínculo con los padres. Por suerte se sabe todo lo que ocurre en la casa del alumno y eso es muy importante para su formación”.
Niche afirmó que “ser maestra rural es una elección de vida” y genera “muchas satisfacciones”.
Comentó que “el año pasado estuvimos todos felices y vivimos intensamente la experiencia de Martín Pereira, que ganó en el concurso televisivo ‘Conquistadores’. Fue muy emocionante porque nosotros lo vimos crecer, porque tocaba la guitarra en los actos y acontecimientos sociales”.
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