MOLINO QUEMADO

Locales | 03 Jul Una enorme estructura en piedra que hoy reposa en ruinas. Un par de compuertas y una oxidada rueda que, movida por el agua, generaba el recurso para la molienda de granos. Un largo murallón de contención contiguo a los restos de una pequeña presa y un aljibe son las señales más contundentes de una edificación que, pese a las secuelas, todavía mantiene gran parte de sus principales paredes en pie. Lo que queda de su construcción recuerda un tiempo fecundo y de bonanza que ya se fue. Molino Quemado es un lugar que atrapa al visitante, lo mete en la historia y revela un interesante pasado productivo.
El interior rural profundo sanducero esconde un rico pasado, histórico y social, que forjó comunidades comprometidas con el desarrollo en la más variada modalidad productiva. En ese contexto funcionaron una importante cantidad de emprendimientos familiares y de vecinos que apostaron a dedicar varias horas de trabajo al día, para así llegar a conocer un futuro mejor.
Descubrimos el Molino Quemado a la altura del kilómetro 8,200 de la ruta 90, tras recorrer un par de kilómetros de caminos vecinales hacia el norte. Es una vieja estructura en piedra, que se levanta sobre las costas del arroyo San Francisco. Actualmente el lugar, de frondosa vegetación y generosos espacios verdes, es propiedad privada. Pero originalmente funcionó allí la escuela 45 y un emprendimiento productivo que generaba gran movimiento para los agricultores del lugar.
En uno de los murallones de contención, un viejo grabado exhibe una fecha: 1873.
En el molino operó la firma Perosio, fundada por Juan Perosio, quien en 1870 construyó sobre las costas del arroyo San Francisco esta magnífica obra dedicada a la molienda de los granos producto de los cultivos de la zona. Por aquellos tiempos, en Paysandú se hablaba de la existencia de dos molinos a vapor y otro que se valía del recurso hídrico. Molinos que aseguraban a los agricultores una colocación fácil y conveniente para sus cosechas.
Washington González, casero del lugar, fue nuestro guía durante el tiempo que llevó nuestra visita y gentilmente nos permitió conocer parte de esa historia. Se desprende de de los relatos de vecinos de la zona --que apoyados en la versión oral intentan mantener viva en la memoria colectiva la historia de un rico pasado--, el molino funcionó hasta que cierto día, durante una molienda tomó fuego, que quemó gran parte de su estructura principal.
Según el historiador Aníbal Barrios Pintos, en su obra “Paysandú Historia General”, por el año 1870 se calculaba en Paysandú una población de 25.250 habitantes y los emprendimientos en la campaña sanducera proyectaban a varias comunidades del ámbito rural.