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Paysandú, Domingo 05 de Julio de 2009

Héctor Antonio Gómez jamás faltó al trabajo

Locales | 03 Jul Querer apasionadamente el ámbito laboral. Trabajar hasta el último día. Mostrarse aplicado y decidido son actitudes que revelan las ganas de este hombre que, a un paso de jubilarse, encara con la misma fuerza, entrega y convicción de siempre su compromiso como trabajador ferroviario.
El mayor de tres hermanos varones, su crianza estuvo marcada por una dura doctrina familiar, tanto en su entorno más directo, como en los años de escuela primaria. Asegura que sus padres eran muy rectos y severos, y ello le permitió crecer en un entorno de respeto y límites. Cuando era niño concurría a la Escuela de Chapicuy. “¡Pah, eran duros aquellos años! Recuerdo que en un patio trasero la maestra tenía una pila de maíz y el que se portaba mal marchaba a arrodillarse por un buen rato sobre el montículo. Eran años en los que a uno le pegaban en las manos con una regla”. Sus ojos brillan, mientras repasa este capítulo en su vida.
El 26 de julio cumplirá sesenta y cuatro años, y se lo puede ver fuerte y con muy buen físico. Está casado con Corina Chagas, ambos oriundos de Salto.
A un año de jubilarse, asegura que jamás faltó al trabajo. Llegó a tener una importante congestión y, por no pedir licencia médica fue a trabajar como si estuviera en óptimas condiciones. Héctor Antonio Gómez trabaja en AFE hace 45 años y desde hace dieciséis es encargado de la estación Queguay. Comenzó como aprendiz en parada Rivas, en campos contiguos a las Termas de Guaviyú.
Don Gómez describió cómo es la vida en estación Queguay, haciendo referencias a su entorno y el movimiento que cada día se genera en la estación. “Aquí el tráfico es básicamente de transporte de piedra caliza procedente de la cantera ubicada en el empalme de las rutas 3 y 26. En menor medida cruzan cargamentos de arroz que llegan desde Salto. Los horarios de toque de andén están sujetos a los requerimientos de la propia planta de Ancap, por lo que los trenes no tienen horarios fijos. Prácticamente el primer tren está saliendo a las 4.20 de la mañana hacia la cantera. Se trata de aproximadamente unos ocho vagones, con unas 564 toneladas; pero si hablamos del cargamento neto, serían unas 370”, puntualiza.
Don Héctor Antonio Gómez recuerda los tiempos en los que el ferrocarril pautó el movimiento de las comunidades del interior profundo, que se valían específicamente de este transporte para movilizar la producción y transportar pasajeros a los más remotos destinos de la campaña uruguaya. Comenzó a los diecinueve años, por 1964, como aprendiz. Después fue peón, luego fue telegrafista y posteriormente de primera. Así fue haciendo carrera. “La verdad es que todo lo hice con mucho sacrificio”. Recorrió varias paradas y estaciones: Queguay, Quebracho, Termas de Guaviyú, Parada Rivas, Chapicuy, Parada Dayman, Salto, San Antonio, Itapebí, Paloma, Parada Arapey, Termas de Arapey, Santana, Parada María, Brum y estación Diego Lamas.
Confiesa que muchas veces, con el dinero que genera con las extras compra pintura para pintar el edificio principal de la estación.
“Es una manera de mantener el lugar, porque al igual que ustedes viene mucha gente a visitarlo. Recientemente nos visitaron turistas de Canadá y se fueron encantados de cómo está conservado el edificio.


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