Paysandú, Miércoles 08 de Julio de 2009
Locales | 03 Jul Juan Carlos Sosa es un pequeño productor de la zona de Bella Vista que, en tiempos en los que la tierra se ha transformado casi en un tesoro, desarrolla desde hace tres años un emprendimiento productivo no tradicional junto a su familia y algunos vecinos del lugar. Con cuarenta y siete años, encontró a través de una producción alternativa un interesante modo de vida.
Destinó tres hectáreas y media de su campo a generar un fruto altamente codiciado en los países del primer mundo, el arándano, que le permitió encarar una actividad que lo mantiene lo suficientemente atrapado.
“En los comienzos era toda una novedad. No solo para mí, sino para todos los que encontraron a través de esta modalidad productiva un medio de vida. Hicimos un proyecto junto a un socio: se trataba de producir en espacios considerablemente chicos una especie de agricultura no tradicional para estos territorios, buscando la manera de producir en pequeñas parcelas. En mi caso, que soy un pequeño productor ganadero, no contaba con espacio suficiente para expandir la producción. Fue así, entonces, que busqué la manera de que en poco espacio se generara algo con mayor rendimiento, en campos que están dominados particularmente por la forestación”. Hoy produce unas dieciocho mil plantas. Ha invertido aproximadamente unos veinticinco mil dólares norteamericanos, de los cuales ocho mil se los llevó la instalación del riego artificial, que es vital para este tipo de frutos.
Sosa está casado y tiene cinco hijos, el mayor de los cuales dedicado a otro emprendimiento: transportar todos los días estudiantes hasta la ciudad de Salto. Una hija de veintiún años que es perito agrónomo y lo ayuda en la chacra, otra de quince que cursa secundaria y también colabora con el emprendimiento familiar, y dos de once y nueve años respectivamente, que concurren a la Escuela 38 de la localidad.
“Desde el primer año las cosas han marchado bien. De todos modos, nuestro potencial no nos permite hacer locuras. Se hace lo que se puede. En cuanto al asesoramiento, tratamos puntualmente de contar con asistencia técnica de ingenieros, pero por un tema exclusivamente de presupuesto no podemos hacer muchos movimientos. Por suerte lo que hemos hecho hasta el momento nos ha salido bien. El primer año se produjo mil quinientos kilos para exportación. Ya el año pasado se llegó a tres mil, pero el mercado exterior presentó algunas dificultades y en el tema comercial estuvo algo complicado. La verdad es que estamos muy contentos por esta oportunidad y haber llegado donde estamos. Durante la poda me ayuda un concuñado que vive en Salto, pero en tiempos de cosecha, que se extiende desde el diez o veinte de octubre hasta el cinco de diciembre aproximadamente, trabajamos con unas quince personas. Aunque este año no sé realmente cuánta gente vamos a necesitar. Es importante destacar que básicamente trabajan mujeres, porque en la campaña la expectativa de trabajo para la mujer está muy limitada. De empleada de estancia, como cocinera y no mucho más, por lo que esta es una producción alternativa en la que encaja muy bien. Por eso todas están muy atentas, esperando hacer la changa.
En síntesis, es una producción que requiere un cuidado muy especial, por eso tenemos bien en claro los cuidados que hay que tener”. Sosa remite su producción a la empresa Midgold, instalada en la zona de Chapicuy.
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