Paysandú, Jueves 09 de Julio de 2009

OPINIONES

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Locales | 05 Jul SOY URUGUAYA
He nacido en Montevideo en el año 1960, viví una infancia tranquila en un país maravilloso donde la democracia siempre ha sido un ejemplo. Un pequeño país, de corazón muy grande, de gente amable y solidaria. Un país que ocupó el primer lugar en América Latina en educación y donde los niños podíamos jugar hasta altas horas de la noche en las calles sin temor. Un país donde las puertas de las casas permanecían sin llaves, ni rejas. Crecí con orgullo de ser uruguaya. En la escuela me enseñaron el amor a mi patria y a sus instituciones. Me enseñaron historia, una gloriosa historia, que hoy han cambiado.
Uruguay, un país antiguamente llamado “la Suiza de América”.
Hoy es solo un bello recuerdo, la realidad nos muestra una cara muy diferente de un país al que debí dejar atrás como miles de uruguayos, pero al que sigo amando a pesar de mi misma. Actualmente cuando Uruguay aparece en las noticias, en los últimos años lamentablemente no es por nada constructivo. Hoy he leído el artículo publicado en vuestro diario y una vez más he sentido dolor por mi país y vergüenza por la imagen que estamos dando al mundo entero. La imagen de Mujica candidato a la Presidencia de Uruguay no me sorprende pero sí me decepciona.
Habiendo vivido su historia durante esos amargos años donde las revueltas transformaban la idiosincrasia de mis raíces. Sabiendo de quien se trata, me retuerce las entrañas. Mucho ha cambiado mi país y la cultura de su gente si lo pone al frente rigiendo un destino tallado de ignorancia.
José Artigas, prócer y libertador de mi patria, seguramente estará revolcándose en su tumba. Basta con mirar su apariencia, escuchar sus palabras y estaremos perdidos para siempre. No soy partidaria del Frente Amplio claro está, pero sé reconocer los valores de cualquier persona en todos los aspectos y éste precisamente no creo sea el caso.
El doctor Tabaré Vázquez, actual presidente uruguayo, además de ser un insigne y eminente oncólogo de reconocida trayectoria, es una persona que puede y sabe representar un país. Danilo Astori, candidato por Tabaré Vázquez, es mucho más capaz e idóneo en todos los aspectos. Es un profesional, un hombre que posee una sólida cultura y un saber estar que Mujica lamentablemente por sus “vivencias” no posee.
Sinceramente deseo por el bien de mis compatriotas que un halo de lucidez los ilumine en el momento de votar o veremos en poco tiempo los despojos del que fuera un gran país. La generación actual seguramente ha preferido reescribir la historia, retocando “algunos sucesos”. ¡Qué pena!
Quizás una vez más el tango cambalache sea un fiel reflejo de la realidad. “… Da lo mismo el que labura noche y día como un gil, que el que vive de las minas, que el que mata o el que roba o está fuera de la ley…”.
Lilia González

ENTRE VOTAR Y BOTAR
Definidas las candidaturas presidenciales de los partidos políticos, entramos en la verdadera carrera hacia la elección del nuevo gobierno, que entrará en funciones en marzo de 2010.
Pocas veces los uruguayos asistimos a una elección con tan poco sentido como las recientes. Es que vemos que nada cambia. La auto-elección sigue siendo lo primero para los partidos políticos. Si no existieran las elecciones internas, seguramente los mismos personajes que dirimieron su postulación el pasado 28 hubieran sido los candidatos a elegir en octubre.
Pero son las reglas de hoy y a varios no les alcanza con perder una vez. Uno ganará dos veces y varios perderán, alguno también dos veces y otros perderán siempre.
Pero hablando de perdedores, no podemos excluirnos. Tal vez nos ilusionamos en algún momento, hace ya cuatro años, cuando el timón del gobierno cambió de dueño.
Nos sentimos más alentados aún cuando el capitán del barco definió en sus discursos que el pasaje de la vida activa a la pasiva significaba una condena. Y esperamos. P
acientemente. Nos desagradó que la economía fuera manejada en forma exclusiva por un político al cual le rechina que le recuerden que los jubilados y pensionistas forman parte del Uruguay humano y que muchos se mueren no solo de hambre, sino porque no les alcanza para cubrir sus gastos de salud.
El Ministerio de Economía fue un gobierno paralelo al de Tabaré Vázquez. Aún lo es. Vázquez solamente asintió, aprobó y se olvidó de la condena. Los pasivos uruguayos esperaron cuatro años. Se agitó la bandera de los ajustes a las pasividades sumergidas, miserables dádivas que se autofinancian. La prima por edad, surgida de una discriminatoria norma donde se elige a quien la cobra y luego se le hace correr una carrera con la muerte: si dura cinco años más, se ganó una prima entera.
Pero en algún momento, cumplidas las obligaciones con el FMI, cosa que solamente hacen en estos tiempos los países poderosos y autosuficientes en materia económica, creímos que iba a llegar alguna forma de mejor redistribución de la riqueza. Fue al revés.
En tanto los agentes recaudadores gritaban sus éxitos mes a mes, (aduanas, DGI, BPS) se estimó que los aportes patronales podían reducirse a la mitad. La Prima por Edad se la llevan las Cámaras empresariales y nosotros pagamos, entre todos, por ejemplo el enorme déficit de las pasividades rurales, cuyas patronales por años no pagaron nada. Lo peor de todo es que no tenemos quien tome para sí la responsabilidad de decir “hasta aquí llegamos”.
Hemos perdido la presencia en la opinión pública, estamos indefensos y con la incapacidad de demostrar que no hay razones para seguir haciendo de los jubilados y pensionistas mártires sojuzgados de una política económica que ha favorecido abiertamente a los sectores más pudientes. Por algo el quintil más alto se separa cada vez más del más bajo.
En octubre vamos a votar otra vez. Esto que escribo tiene que ver con todos nosotros. La actividad gremial está fuertemente atada a la política. ¿Por qué? Porque dependemos de soluciones políticas y cuando estas se toman, nos afectan. Sufrimos desde hace mucho tiempo la indiferencia de varios gobiernos que aplican la misma receta. Y a la inversa, los jubilados y pensionistas sufrimos el deterioro de no tener, por propias carencias, quien lleve adelante nuestras propuestas y las demuestre ante quienes siguen aferrados a tomarnos como elemento de cómodo ajuste fiscal.
Las perspectivas de un nuevo gobierno que atienda de verdad nuestras necesidades parecen muy lejanas. Ninguno de los partidos que pujan por el poder tiene compromisos asumidos con este sector de la población y los candidatos pueden cambiar de nombre, pero no su filosofía sobre aplicación de una nueva economía.
Por lo tanto, tal vez nos ayude un poco el reconocimiento de saber que no fuimos en los últimos tiempos capaces de plantearnos un método de lucha que nos llevara a discutir una reivindicación o a plantearnos hasta cuándo debemos permitir la mansedumbre dirigencial que hace muchos años elabora las mismas propuestas y no plantea la solución de ninguna.
José Luis Sampayo Pírez

DEL CRIMEN Y LA MINORIDAD
Después de un largo tiempo de ausencia de sus columnas me hago un tiempito para escribirles unas líneas sobre la triste situación pública que aqueja a nuestra querida ciudad de Paysandú. Es que a pesar de vivir por más de 35 años en el extranjero, no dejo de preocuparme por el diario vivir de mi gente sanducera.
Me refiero a los altos índices de criminalidad y delitos impunes que denuncian las páginas de nuestro querido diario. Cada semana, los artículos periodísticos de la página policial denuncian crímenes, abusos y atropellos contra la ciudadanía, que por razones misteriosas permanecen impunes de su merecido castigo.
Los robos, arrebatos, asaltos a comercios y hogares así como incendios a la propiedad privada parecieran describir un pueblo del Lejano Oeste (o Far West) de las viejas películas de bandidos que veíamos, como adolescentes, en una de las varias salas de cine de Paysandú. La triste realidad es que no estamos en una función de cine. Las historias que oímos a diario y que vemos reportadas en nuestro diario no son historias ficticias llevadas a la pantalla por la magia del cine. Son historias sacadas de nuestra realidad cotidiana, del día a día de nuestra gente trabajadora y abnegada que poco a poca trata de forjarse un futuro mejor para sí y para sus hijos. Lo trágico de esta historia es que esa realidad no tiene un final feliz. Es el caso (para solo mencionar algunos) de una joven de unos 25 años que fue acribillada a balazos cuando atendía un comercio propiedad de su familia. Horrible desenlace cuando se supo que esta mujer estaba embarazada en el momento de tan nefasto hecho. Pérdida de dos vidas en manos de delincuentes que llevados por el vicio no reparan en hacer daño a personas inocentes. Otro caso, como muchos, es el de una señora que es atropellada y golpeada por los maleantes, que por encima del atropello le roban los pocos haberes de su escasa pensión, dejándola inconsciente.
EL TELEGRAFO nos cuenta también de varias personas, jóvenes y adultos, que sufren a diario el asalto y el robo de su dinero y pertenencias a manos de pandillas de delincuentes que merodean nuestras principales avenidas y plazas impunemente. Tal fue el caso reciente de un joven que fue asaltado dos veces en una misma noche por individuos que querían “una moneda pa’l vino”.
Hace poco nos enteramos de la historia de una señora que luego de verse amenazada y fustigada varias veces por patotas de menores delincuentes, tuvo que abandonar su hogar para protegerse de las amenazas y enterarse al próximo día que el mismo había sido objeto del asalto y del vandalismo, para finalmente, ser devorado por las llamas en un incendio que destruyó todas sus pertenencias.
Y estas historias no forman parte de un guión de Hollywood, de ninguna manera. Estas historias, y es lo triste de este artículo, pertenecen al diario vivir de los sanduceros. Luego nos encontramos con la increíble información de que al pasar sentencia “el juez (o jueza) de turno” dejó a los vándalos y ladrones en libertad (o “procesados sin prisión”, o “bajo la custodia de sus ‘responsables’” para el caso de los menores delincuentes.
¿Qué ha pasado con el sistema de Justicia en el Uruguay, cuando los ciudadanos decentes caminan con miedo por las calles y lugares públicos o se encierran en sus hogares temerosos de la represalias y abusos de los delincuentes?
Me sorprende cuando el gobierno trata de disimular o atenuar la situación y dice que ¡“el crimen ha disminuido en el Uruguay! A veces pienso que las autoridades están viendo un país sacado de un cuento de hadas y se les escapa la dura realidad que viven nuestros conciudadanos. ¿Que hay menos delitos? ¡Vayan a decírselo a cada una de esas víctimas inocentes!
En realidad la gente de nuestro país necesita tomar más conciencia de esta triste realidad y exigir, en esta época de elecciones (como en todo momento) que las autoridades tomen las medidas necesarias para mantener la paz y el orden público. La gente debe manifestar su descontento por esta situación que ya rebasa toda explicación lógica. Para ello la ciudadanía debería organizarse en “comités vecinales contra el crimen”, pero organizarse desde los círculos comunes del vecindario: la escuela, el club deportivo, la comisión vecinal, la capilla o parroquia de cada iglesia, las asociaciones de jubilados, etcétera... Así podran despertar a ese “gigante dormido” que es nuestro Estado, nuestra ciudad, nuestras autoridades. Es necesario que se hagan oír muchas campanas, timbres, gritos y tambores que anuncien que ¡ya basta! de violencia y de abuso. Es hora de tomar la defensa de cada familia, de cada barrio, como una lucha personal y mancomunada.
Si las instituciones públicas y las sociedades cívicas, religiosas y culturales no se unen, la ciudadanía de Paysandú, y por extensión de nuestro país se verán convertidas en pasto de la violencia ilimitada y cruel, como ya se han visto las sociedades de El Salvador, Nicaragua y Colombia, para dar algunos puntos de referencia.
Agradezco vuestra atención a esta nota que, pido disculpas, se ha extendido más de lo que pensaba. A todos los sanduceros (y uruguayos) de corazón les recuerdo que no hay lucha que no sea más necesaria que aquella que va a defender nuestros derechos.
Y como dijo Don Quijote a Sancho, les recuerdo sus palabras: “Vamos Sancho, que a la lucha nos han llamado.”
Dr. Héctor Brasil
Laurenzo, Redlands,
California


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