Artigas, Salto y Paysandú

Rurales | 07 Jul Baja disponibilidad de forraje, ganado en mal estado y vacas muertas fue lo que apreció el Jefe de la Regional Litoral Norte, ingeniero agrónomo Danilo Bartaburu, en una reciente recorrida por los departamentos de Artigas, Salto y Paysandú. Para el profesional “solo la gente que bajó la carga en forma oportuna puede hoy afrontar la crisis de mejor forma”.
En relación al año pasado, las extracciones de ganado en Salto y Artigas aumentaron en el orden del 80% y 25% respectivamente. Salto tiene un porcentaje de campos superficiales mayor y responde bajando rápidamente la carga, mientras que Artigas tiene suelos más profundos.
“A pesar de que el invierno está siendo muy benévolo, la situación a nivel forrajero se ha ido degradando y en predios que no han tomado medidas para aliviar sus cargas hoy se ven ganados muy venidos a menos. Incluso tenemos la percepción de que el nivel de mortandad en predios con cargas altas se está incrementando”, indicó a El País. A ello agregó que las categorías de cría, que son las que necesitan mayores requerimientos, son las que más sienten la situación. Para Bartaburu, “el alto nivel de extracción demuestra que se avanza en el conocimiento de cómo manejar las crisis forrajeras”.
Menos terneros
Faltarán terneros en los próximos años, pero no habrá vientres para gestarlos. El stock de vacas y vaquillonas caerá debido a la sequía y por los embarques a frigorífico de ganado que podría volverse a entorar en un futuro.
La sequía provoca la mortandad de muchas vacas y terneros por falta de comida, pero los productores también decidieron engordar los vientres fallados y mandarlos a frigorífico, porque a la entrada del otoño todavía había buena pastura. Esos animales podrían haber sido recuperados y conservados en el campo para volverlos a entorar, pero los ganaderos precisaban pagar los gastos y los vendieron.
A las dificultades climáticas se suma el desestímulo que tienen hoy los criadores, porque los granos y los árboles siguen desplazando a las vacas, pues son rubros mucho más ágiles y de más rápida reacción.
Algunos técnicos entienden que habrá pérdidas importantes de terneros, porque además de las vacas que murieron hubo muchas vaquillonas que no sirvieron por no llegar al peso o que sí se entoraron y directamente fallaron, ya que hubo productores que perdieron toda su base forrajera y se quedaron sin comida.
No intervenir cadena
El presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Manuel Lussich, es de la idea de no intervenir la cadena. Reconoció que “el principal aliciente que tiene cualquiera que produce algo es el precio que logrará por su producto. Para que la cría vuelva a tener el entusiasmo que manifestaba un par de años atrás es necesario que el precio del ternero se recomponga y eso va de la mano de que se siga acomodando el mercado internacional de la carne”.
Pero, más allá del mercado, dice que hay pasos que debería dar el gobierno para ayudar a todos los ganaderos criadores y no solo a los pequeños. En ese sentido, Lussich también consideró que el Estado podría estimular al sector bajándole la presión tributaria. “Cuando se eliminó la libre opción Imeba o Irae se afectó al criador”, dijo el profesional.
Mentalidad chata
Para otros, empujar la cadena productiva fortaleciendo a la cría podría provocar un efecto inverso al que se pretende. Podría estimular la producción de terneros, incrementar el volumen y eso haría bajar el precio. Los que defienden esta visión sostienen que si el precio del novillo gordo mejora, este arrastrará hacia arriba el del ternero. Pero, así como hay defensores de este pensamiento, también hay detractores.
Para Emilio Mangarelli, vicepresidente de la Federación Rural, quienes hacen ese planteo “tienen una mentalidad chata. Pensar que si se estimula la cadena y se producen más terneros se bajaría el precio, es tener un pensamiento chato”. Sostuvo el gremialista.