Paysandú, Lunes 13 de Julio de 2009

Nadie es perfecto

Beto Dione, un animador en el reino de los cielos

Locales | 12 Jul (Por Enrique Julio Sanchez, desde Estados Unidos). Alguna vez llegó a Paysandú con una compañía de teatro. Y ya nunca pudo abandonarlo. Poco a poco, su natural talento fue haciéndole un lugar en la radio sanducera. Su recordado programa “La música de Los Iracundos”, además, lo convirtió en un entrañable amigo personal de los notables músicos sanduceros y le permitió -en 1967- acompañarlos en su gira por Europa, en un viaje en crucero, en aquellos tiempos en que todavía había tiempo para tomarse las cosas con calma, incluso si se trataba de grandes artistas.
Pero sin dudas, su figura permanecerá marcada con fuerza indeleble en la memoria de los sanduceros por su animación en la Semana de la Cerveza y en el carnaval. Fue ahí adonde se sintió realmente a sus anchas, donde su verborragia imparable encontró un espacio para brillar. Y su imagen, levantando el brazo y apuntando con su dedo índice hacia el cielo mientras nombraba a la estrella de turno y luego daba media vuelta para cobijarse en la oscuridad del escenario, dejándole este a los artistas, pasará a ser, claro que sí, patrimonio sanducero.
Humberto Domínguez, para todos nosotros simplemente Beto Dione, perdió su batalla con la enfermedad y el 8 de julio pasado falleció en la ciudad que lo cobijó, lo mismo que Guichón, durante varios años.
La noticia, como en otras oportunidades, me tomó desprevenido. Un simple mensaje de texto de mi hermano me anunció la noticia. Pocas palabras, demasiado pocas para encerrar los sentimientos que me atravesaron en ese momento. Porque el Beto, de pronto, se hizo corpóreo a mi lado, como tantas veces, como tantas noches aquí y allá, como tantas mañanas mientras él iba a buscar su ejemplar y yo ingresaba a trabajar a EL TELEGRAFO.
El más grande animador que recuerde Paysandú en las últimas décadas, una enorme figura en el escenario y un tipo sencillo y afable fuera de él, profundamente amigo, entrañablemente sanducero porque quiso serlo, se fue, aunque como se sabe, los que realmente tienen talento no se van nunca, porque quedan en la memoria popular. Y en el corazón de su gente, de sus hijos y también de sus nietos Rodrigo y Alfonsina, hoy quebrados por el dolor de su partida, pero al mismo tiempo reconfortándose poco a poco con la vida de alguien que supo ser un sanducero esencial.
Parafraseando una de las tantas canciones de “sus” Los Iracundos, “Pasión y Vida”, Dios bendiga siempre la pasión y vida que lo destacó cada día. Eso no se olvida nunca, nunca jamás.
Aparte de eso, por aquí, la vida pasa felizmente si hay trabajo - aunque siga siendo una lata el trabajar (Luis Aguilé, “Es una lata el trabajar”)- y mejor si hubiera amor, claro que sí. Aunque las preocupaciones siguen dejando las sombras y haciéndose bien visibles, un día sí y otro también.
El Daily Record, uno de los diarios que reparto, en su edición de ayer sábado, publicó como tema principal la noticia que la policía de Morristown, a pocas millas de donde vivo y una ciudad a la que concurro cada día para repartir los diarios que no fueron entregados en tiempo y forma, podrán actuar también como agentes de inmigración, lo que les permitirá detener, procesar y solicitar la deportación de inmigrantes que no tengan sus documentos en regla.
Precisamente en Morristown, donde el 27% de su población está integrada por hispanos sin documentos. Los defensores de los inmigrantes no dudaron en calificar como “un día triste” la jornada en que se anunció la aprobación de la postulación de la Policía de Morristown, pero la titular del Departamento de Seguridad Interna, Janet Napolitano, aseguró que esto permitirá perseguir y castigar a los inmigrantes criminales y peligrosos. Algo a lo que nadie se opone, siempre y cuando no se persiga a la minoría hispana, lo que tristemente ocurre en otras ciudades en las que la Policía también cumple tareas relacionadas con temas inmigratorios.
En fin, la vida sigue igual. Siempre hay por qué vivir, por qué luchar (Julio Iglesias, “La vida sigue igual”). Al final las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen la continuarán, la vida sigue igual.
Ya vendrá otro gran animador a Paysandú, seguramente. Pero como el Beto, que sé yo, como el Beto no creo. Aunque sí, claro que sí, otro continuará su camino. Porque aunque alguna vez nos iremos, nuestras obras quedarán. Las del Beto no fueron de las que se olvidan. No.


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