Opinion | 07 Jul Desde hace tiempo los uruguayos de tierra adentro hemos asistido al destino de fondos para proyectos de infraestructura en la capital del país que podrían catalogarse como “monumentales” --el caso del Sodre y las mejoras en el Teatro Solís, por ejemplo-- sin una acción decidida y descentralizadora hacia la recuperación de edificios relacionados a la cultura en el Interior del país.
Recientemente, el Ministerio de Educación y Cultura informó que aportará ocho millones de pesos para la refacción de espacios culturales en el Interior, dedicados a actividades artísticas y culturales, tanto en la órbita pública como privada. La selección final de las iniciativas aspirantes a captar estos fondos no contempló solo a las ciudades capitales, hecho que colaborará en el impulso a las actividades de carácter cultural en el interior. De esta manera, se realizarán mejoras en un centro cultural de Las Piedras, el teatro Uamá de Carmelo, “Pequeño Teatro” de Durazno, la estación de AFE de Sarandí Grande que será remodelada como parque cultural urbano, la sala del grupo teatral “Sin Fogón” de Fray Bentos, un espacio teatral denominado “El Kalkañal” que remodelará galpones de una estación de trenes en Salto y la ONG “Redoblando Esfuerzos” de Paso de los Toros, que reacondicionará la ex estación de trenes “Midland”, para alojar distintas propuestas socioeducativas y culturales.
Aunque el aporte representa en total solo un 0,7% del costo de la obra del Sodre, la novedad es motivo de alegría para los gestores culturales de cada una de estas localidades y al menos, marca el inicio de un cambio en cuanto a tener en cuenta las necesidades y propuestas culturales de las localidades del Interior, siempre tan postergadas.
En la edición 2009 de estos fondos para apoyar proyectos de infraestructura, se presentaron 57 iniciativas ante el MEC, que solicitaron un total de 62 millones de pesos. Para el el director de cultura Hugo Achugar, es el testimonio de un país que refleja la necesaria renovación de los espacios culturales en el Interior, un trabajo en infraestructura olvidado durante décadas. Y tiene razón. Por eso mismo, corresponde instrumentar este tipo de iniciativas con carácter permanente, más allá del color de una u otra administración de gobierno, dotándolas incluso de más recursos. No solo porque el acceso a la cultura es un derecho humano que hace al bienestar de las personas, sino porque, además, las industrias culturales pueden ser una oportunidad interesante para el desarollo local.