Opinion | 09 Jul La agenda pública de la última semana giró en torno a tres grandes temas: el avance de la gripe A H1N1, la dilucidación de la fórmula presidencial del Frente Amplio y la inminente aprobación de la ley de negociación colectiva en el sector privado. Este último ítem, claramente influenciado por cuestiones políticas, enfrenta las voluntades de los trabajadores y de representantes del sector empresarial. Los empleados, encolumnados detrás del PIT - CNT, pretenden reafirmar el proceso iniciado con la reinstalación de los Consejos de Salarios y confirmar la aprobación --entre otros-- del proyecto que acorta los juicios laborales; mientras que los integrantes empresariales ofrecen reparos a muchos aspectos de la norma, por entender que comprometen la gestión y en cierta medida el concepto de propiedad privada. Por estas horas se discuten posibles modificaciones al articulado, pero las fuertes críticas de la central obrera al candidato nacionalista Luis Alberto Lacalle reafirman la sospecha de que la cuestión es y será utilizada con fines electoralistas.
Sin embargo, detrás de la polémica subyace un tema que suele pasar inadvertido aun cuando sus consecuencias resultan nefastas para los intereses nacionales. Se trata de los altos índices de siniestralidad laboral, fundamentalmente relacionados a la no utilización de elementos de seguridad o al uso indebido. Éste es un tema en el que no puede haber dos opiniones y en el que se han obtenido avances desde la legislación, pero poco se ha hecho para promover el cambio cultural necesario para revertir estos porcentajes. Es cierto que parte del sector empresarial se mantiene reticente a la inclusión de tales elementos, pero también sabemos que existe entre los trabajadores un arraigado rechazo a su utilización.
Es importante para el país y la consolidación de la democracia que empresarios y trabajadores, aun en el desacuerdo, debatan y busquen alternativas para impulsar una legislación laboral que nos acerque a un modelo de país nítidamente orientado al crecimiento. Pero también es preciso avanzar en otros temas frecuentemente soslayados y sobre los cuales existe amplio consenso. De este modo promoveremos el cambio cultural que definitivamente nos alejará de una situación vergonzosamente tercermundista.