Paysandú, Martes 21 de Julio de 2009
Opinion | 14 Jul Según el informe presentado por la Dirección de Planeamiento urbano a la Junta Departamental, buena parte del problema de la falta de veredas correctamente pavimentadas en Paysandú se debe a “la no intervención” de la Intendencia en referencia a las inspecciones que se deben realizar “y en algunos casos, si las hubo no fueron exitosas en su aplicación y ejecución”. Finalmente el municipio parece estar dispuesto a retomar estos controles para ordenar un problema de larga data –“hace más de veinte años está avanzando”, especifica el documento-- que se ha ido profundizando sin que hasta el momento se haya encarado una solución definitiva. En todo este tiempo la ciudad ha crecido en la periferia, se han construido decenas de kilómetros de cordón cuneta, pavimentado calles, pero muy pocos vecinos frentistas han terminado la obra que les corresponde, pavimentado su espacio de vereda con baldosas como indica la ordenanza. Hace más de veinte años era común ver inspectores que fiscalizaban esta tarea, intimando y multando al propietario que en determinado plazo no cumplía. Pero esta práctica cayó en desuso y el mantenimiento pasó a depender de la buena voluntad de cada propietario.
Y como siempre existen otras urgencias antes que gastar dinero en un “espacio público”, en los hechos casi nadie se hizo cargo de su responsabilidad hasta que actualmente resulta imposible para los peatones caminar tres cuadras sin tener que descender a la calzada. El colmo de esta desidia la dio el Barrio Jardín, que presentó y ganó su propuesta en el Presupuesto Participativo para que con recursos municipales -o lo que es igual, pagado por todos los contribuyentes- se le instalaran 600 metros lineales de vereda.
Por otra parte, tal como lo reconoce el referido informe, han proliferado las columnas para distintos servicios, que además de obstaculizar el tránsito peatonal son una muestra más del concepto tercermundista que tenemos sobre urbanización. Así es posible encontrar hasta cuatro columnas por metro cuadrado en algunas esquinas, que en una bocacalle suman más de diez, para cruzar todo tipo de cables aéreos. También contribuyó mucho al deterioro de las veredas la instalación y reparación de servicios subterráneos como electricidad, agua potable, saneamiento, teléfono y gas natural, siempre terminados con reparaciones parciales y deficientes. Pero sin dudas el problema más grave es la falta de una fiscalización estricta por la Intendencia, que en definitiva termina avalando al incumplidor en detrimento del urbanismo civilizado de nuestra ciudad.
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