Paysandú, Miércoles 22 de Julio de 2009
Opinion | 17 Jul El objetivo de la universalización de la educación física en las escuelas públicas ha sido un programa de largo aliento, que merece seguir siendo impulsado como una política de estado ligada directamente a la promoción de la salud. En la actualidad hay 893 profesores trabajando en 914 escuelas de todo el país, pero faltan aún 63 profesores para darles cobertura a todos los niños, que en su mayoría son de Tacuarembó, Rivera y Cerro Largo. Para llegar a la situación actual el camino ha sido largo. Hasta 2003 solamente 20% de los alumnos de las escuelas públicas urbanas tenía clases de Educación Física. Entonces se implementó la Estrategia de Recreación y Deporte (ERD), destinando docentes de esta asignatura a escuelas insertas en contextos sociales desfavorables. En 2005 Infamilia-Mides, el Ministerio de Turismo y Deportes (MTD), y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) decidieron transformar esta estrategia en una política de Estado denominada “Educación Física en las escuelas”. En 2007 en el Parlamento, por iniciativa del Poder Ejecutivo, se aprobó la universalización de la educación física en la enseñanza primaria, con el objetivo de que la acción se constituya en política educativa y trascienda este período de gobierno.
Socialmente fue relegada por años y considerada una disciplina irrelevante, que se resolvía tirándole una pelota de fútbol a los alumnos para que jugasen un rato, sin reconocer su rol educativo y su impacto en la salud. Por eso, en tiempos de sedentarismo, cuando los niños son más propensos a pasar horas frente a una computadora que a correr en una plaza, la actividad física y deportiva tiene especial significación para la salud, tanto física como mental.
Los cuerpos de muchos niños presentan problemáticas muy distintas a las que se registraban décadas atrás. Los cambios en la alimentación, las nuevas prácticas sociales y la aceleración del ritmo de vida no solo afectaron a las generaciones de trabajadores, sino que también impactaron en los niños. Que antes nos movíamos naturalmente. Sin embargo, ahora es necesario incitarlos al movimiento. Por eso la generalización de la actividad física en la infancia, en la escuela y en forma metódica, permitirá comenzar a pensar en niños más sanos y, en consecuencia, más felices.
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