Paysandú, Jueves 23 de Julio de 2009
Opinion | 21 Jul Un estudio realizado en la capital del país da cuenta que el 73% de los niños viaja en forma insegura en autos y camionetas. Si el mismo relevamiento se hiciera en Paysandú es probable que los resultados no sean muy diferentes a juzgar por lo que cada día se ve en las calles sanduceras.
Los datos capitalinos surgen de ocho estudios realizados en Uruguay por la Fundación Gonzalo Rodríguez y Factum en el marco del Plan de Seguridad Vial por los Niños - EDU-CAR 2009. A tales efectos, fueron observados 13.658 vehículos en Montevideo, de los cuales 2.131 (15,6%) viajaban con niños de entre 0 y 14 años. De esos 2.131 vehículos 249 transportaban al menos un Sistema de Retención Infantil (silla para niños).
El 73,3% de los niños de 0 a 14 años viajan “sueltos” en los autos y camionetas de Montevideo; 13,6% usan cinturón de tres puntas y 9,5% silla para niños (sistema de retención infantil - SRI). Asimismo, ocho de diez adultos dice saber cómo utilizar correctamente las sillas de niños pero nueve de cada diez niños relevados viajaban de manera insegura.
Aunque ni las cifras ni las conclusiones de tales relevamientos puedan extrapolarse directamente a otras realidades, es evidente que en otras partes del país, como es el caso de Paysandú, la situación no es muy diferente sino peor. Quizá exista en nuestras ciudades del Interior un riesgo mayor y es el transporte en forma inadecuada de niños en motos y bicicletas.
Casi a diario es posible observar en la calle y especialmente a la salida de las escuelas cómo algunos adultos transportan hasta tres niños en una moto, a veces sin la protección del casco. Tampoco es infrecuente ver familias enteras en una moto, donde uno de los niños viaja delante del conductor ya sea sentado en el tanque o parado en la horquilla del rodado, con el consecuente riesgo en caso de choque o caída.
Evidentemente que estas situaciones responden a la necesidad de estas familias de transportarse en forma barata y rápida. Sin embargo, es obvio que hay también situaciones de irresponsabilidad o, al menos, falta de conciencia sobre los peligros del tránsito.
Se trata de situaciones que forman parte del folclore del tránsito sanducero pero no por ello deben dejar de desatenderse, especialmente porque es seguro que ningún padre tiene la intención de dañar a sus propios hijos al transportarlos de esa manera. Por eso, si la toma de conciencia no llega a través de la reflexión personal, corresponde entonces cumplir con la fiscalización que mandata la ley y aplicar las sanciones correspondientes.
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