Paysandú, Jueves 23 de Julio de 2009
Opinion | 22 Jul Ya en el ingreso a la recta final del proceso electoral que desembocará en las elecciones nacionales de octubre, tras la elección interna que se dilucidó el 28 de junio, ha pasado prácticamente inadvertido un elemento nuevo respecto a un fenómeno que sin embargo nos afecta desde hace décadas, como lo es el dato --por ahora extraoficial-- de que por primera vez en cuarenta años se da en los últimos meses un saldo migratorio “positivo” en nuestro país, al ingresar más personas que las que han salido.
No es poca cosa si se tiene en cuenta que hay cientos de miles de uruguayos en el exterior, diseminados en naciones como Estados Unidos, Argentina, España y Brasil, fundamentalmente, y que como común denominador --salvo el período de la dictadura cuando lo hicieron generalmente por razones políticas-- han procurado mejorar sus ingresos y calidad de vida a través de oportunidades laborales que en nuestro país consideraban no tener.
Ante ese perfil de emigración de la población uruguaya, que ha tenido altibajos pero que se agudizó durante la crisis de 2002 y que previamente había sido alentado por la no exigencia de visa por Estados Unidos, en el primer semestre de 2009 se registró un fuerte enlentecimiento de la salida de uruguayos hacia el exterior, al punto que los ingresos superaron a los egresos.
Pero claro, la evaluación de este cambio en la corriente migratoria debe incluir una serie de elementos que permitan rastrear las razones por las que estamos ahora en equilibrio o hasta en sentido opuesto al tradicional, y sobre todo, de este análisis dilucidar la sustentabilidad que puede tener o no este proceso.
No puede sustraerse a esta conjunción de factores el grado de frustración de muchos miles de uruguayos que posiblemente creyeron que con el advenimiento de la izquierda al poder podrían modificarse las condiciones socioeconómicas en el Uruguay y tener las oportunidades que han reclamado durante mucho tiempo. Además la apelación al “no te vayas” durante la campaña preelectoral del Frente Amplio se enfocaba en generar esperanza a las jóvenes generaciones de que el nuevo gobierno generaría condiciones para crear las oportunidades ausentes durante demasiado tiempo.
La realidad empero es muy distinta y los jóvenes siguieron yéndose del país desde 2005 en la misma forma en que lo venían haciendo, por lo que hay expectativas frustradas y un alto grado de descreimiento en las perspectivas para satisfacer las aspiraciones de grupos de uruguayos que siguieron buscando otros horizontes.
Pero claro, si las oportunidades no han aparecido, ¿cuál ha sido la razón para esta reversión en tan poco tiempo? Pues no hace falta hilar muy fino para inferir que tampoco en los lugares naturales de destino de la emigración aparecen las oportunidades que no se encuentran en el Uruguay, por lo que el factor de riesgo - beneficio se ha modificado sustancialmente, en desmedro del segundo componente de la ecuación.
En un mundo afectado por una aguda crisis económica, que ha repercutido en mucho menor grado en Uruguay hasta ahora, el desempleo ha crecido a niveles desconocidos durante décadas, lo que ha estrechado enormemente el campo laboral y la calidad del empleo, hasta en aquellas áreas que tradicionalmente estaban reservadas a los emigrantes porque los ciudadanos naturales se resisten a ocupar empleos que consideran “de segunda”.
Ocurre que la crisis ha cambiado los parámetros, ha bajado el consumo, se ha instalado la recesión y ha ganado espacios el síndrome de “sálvese quien pueda”, con el emigrante --sobre todo el ilegal-- como moneda de cambio, por ser el eslabón más débil de la cadena. No puede extrañar, por lo tanto, que la xenofobia que se venía manifestando más o menos solapadamente desde hace mucho haya hecho eclosión en esta coyuntura, sobre todo en países como España e Italia, y en menor medida en Estados Unidos. Este escenario ha sido percibido desde nuestro país por los potenciales emigrantes, que en su gran mayoría han optado por abrir un compás de espera, con la expectativa de que con el paso de los meses cambie la coyuntura o eventualmente puedan tener en nuestro país la oportunidad que hasta ahora les ha sido esquiva.
Lamentablemente, hasta ahora las explicaciones para este nuevo escenario son las condiciones en el exterior, por lo que sigue planteado más que nunca el desafío de crear dentro de fronteras las oportunidades que actúan como llamador en otros países, para intentar retener esta fuerza vital que lamentablemente hemos estado perdiendo año tras año, sin hacer nada valedero al respecto.
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